Cada vez que un crucero llega a Bimini, la población de este pequeño archipiélago a 80 kilómetros (50 millas) de Miami casi se duplica.
Eso puede ser bueno para un sitio que vive del turismo. Pero hay quienes creen que la llegada de una nueva línea de cruceros que deposita cientos de personas por día podría ser demasiado.
El barco es parte de un proyecto de una compañía de casinos que se propone traer una cantidad sin precedentes de turistas a Bimini, un conjunto de pequeñas islas que vienen resistiendo el turismo en masa desde hace tiempo. Hay quienes dicen que va a destruir un ambiente marino lleno de peces y corales, y arruinar una de las capitales mundiales de los clavados y la pesca deportiva.
Genera además una especie de crisis existencial, pues pone en peligro la identidad de Bimini como escape rústico, de acceso difícil, que fue uno de los sitios favoritos de Ernest Hemingway y el escenario donde se destapó un romance que acabó con las ambiciones presidenciales de un político estadounidense.
«Si no eres pescador, clavadista o borracho, no hay razón para que vengas a Bimini. Pero eso lo están cambiando», expresó Neal Watson, dueño de un negocio de calvados. «Se está transformando en algo muy distinto».
Los cambios se suceden rápido. El grupo inversionista Genting, de Malasia, está invirtiendo al menos 300 millones de dólares en el complejo Resorts World Bimini y ya es el principal empleador del archipiélago, donde aumenta la demanda de viviendas. En sociedad con una empresa constructora de la Florida, la firma inauguró un casino en junio, construye un hotel con 350 habitaciones que espera terminar para la Navidad y planea iniciar la construcción de 50 villas de lujo un mes después en 283 hectáreas que tiene en el norte de Bimini. La empresa contempla asimismo la inauguración de comercios, restaurantes y locales nocturnos e incluso la construcción de un segundo hotel. Además está trabajando en la modernización del aeropuerto para que pueda recibir aviones más grandes.
«Ha generado empleos, desde ya, y mantiene a la gente ocupada», dijo Edith Romer Johnson, quien vende pizza con langosta en un negocio afuera del complejo.
El gobierno de las Bahamas está contento con el proyecto, pero algunos dicen que el precio que se paga por estos beneficios es muy alto.
El Bahamas National Trust, una organización ambientalista no gubernamental creada por el Parlamento, e investigadores de la Bimini Biological Field Station, donde científicos de todo el mundo investigan una nutrida población de tiburones, dicen que si se sigue adelante con la propuesta de construir un campo de golf se destruirá una zona protegida de mangles que sirve como criadero de peces, caracolas y langostas y que es uno de los grandes atractivos del lugar.
Otro asunto delicado es el muelle de más de 300 metros (1000 pies) que construirá Genting para acortar el tiempo que toma embarcar y desembarcar. Los detractores del proyecto dicen que dañará los arrecifes de corales, mientras que un empleado del conglomerado afirma que el muelle satisface todos los requisitos ambientales y que en la selección del sitio para la construcción del mulle se trató de reducir al máximo los riesgos para el medio ambiente.
Genting dice que solo construirá el campo de golf si el proyecto no representa peligro alguno para el medio ambiente.
«No queremos cambiar lo que es Bimini, no queremos arruinar el agua, no queremos estropear los mangles, ni eliminar el atractivo de la isla», manifestó Dana Leibovitz, presidente de Resort World Bimini, al ser entrevistado en el casino, que estaba abierto pero casi vacío. «Queremos integrarnos, ser parte de la isla».
Bimini tiene una población permanente de unas 1.600 personas –la cantidad de gente que puede transportar un crucero– y ha evitado el turismo en masa por la falta de vuelos y la corriente del golfo, que hace que resulte difícil que embarcaciones pequeñas lleguen desde el sur de la Florida durante la mayor parte del año.
Para Eric Carey, director ejecutivo del Bahamas National Trust, el proyecto Resorts World es demasiado ambicioso para un sitio tan pequeño que se puede cruzar de punta a punta la principal isla, North Bimini, en pocos minutos usando un carrito de golf, sin que se deje de ver el océano a ambos lados en casi todo el trayecto.
«Todos sabemos que nuestras islas dependen del turismo», afirmó Carey. «Pero cuando uno se propone hacer algo más que lo que hay ahora, con un campo de golf y un embarcadero, eso parece desproporcionado».
Miles de personas han venido desde que comenzaron a llegar los cruceros y Joseph Roberts, pescador y propietario de Joe’s Conch Shack, dice que no han llegado tantos clientes nuevos como para pensar que pueden contaminar los mangles que rodean parcialmente Bimini.
«Tengo tres nietos y espero que algún día uno o dos de ellos sean pescadores y se puedan ganar la vida», señaló Roberts. «¿Qué van a hacer si destruimos todo?».
Este es un sitio con una historia colorida. En la era colonial, aquí se refugiaban los piratas que acosaban los barcos españoles que venían de Centro, Sudamérica y el Caribe cargados de tesoros. Durante la Prohibición en Estados Unidos, la venta de licor era legal y Bimini abastecía de alcohol al sur de la Florida.
En 1935 Hemingway la visitó y le gustó tanto que regresó en 1936 y 1937, escribiendo aquí parte de «Tener y no tener», según se dice en el pequeño museo de Alice Town. Otros visitantes famosos fueron Martin Luther King Jr., Judy Garland y Lucille Ball.
Bimini, por otro lado, es el sitio donde Gary Hart, por entonces favorito para conseguir la candidatura demócrata a la presidencia, fue sorprendido con su amante Donna Rice. Se le tomó una foto que recorrió el mundo y lo obligó a retirar su candidatura.
Genting pronostica que la cantidad de visitantes a Bimini subirá de 70.000 personas a 400.000 en el 2014, lo que tendrá un impacto enorme en la economía local.
«Hay gente que no quiere saber nada del progreso», comentó Robert Saunders, quien trabaja en un hotel local. «Puede haber cosas positivas y negativas, pero yo veo más cosas positivas».