
Según esos especialistas, los occidentales tienen pocos instrumentos para intervenir en ese conflicto interno y aparte de algunas gesticulaciones diplomáticas, permanecerán como meros espectadores.
Las protestas contra la aplastante victoria del presidente Mahmud Ahmadinejad frente a Mir Hosein Musavi son espontáneas y «nacieron de una frustración de haber perdido las elecciones, debido seguramente a operaciones de manipulación a gran escala», explica Denis Bauchard, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
Pero no son el fruto de un enfrentamiento entre una oposición al régimen y el propio régimen ya que este último, «antes que nada es un conservador», agrega Bauchard.
«No creo que el régimen esté en apuros. Hay fuertes turbulencias, existe el riesgo de que sean reprimidas de manera brutal pero no veo el régimen vacilar sobre sus bases», precisa el experto.
Para Thierry Coville, experto del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), el movimiento de oposición traduce «el sentimiento de una mayoría de la población que se siente engañada». ¿Lograrán los reformistas y conservadores moderados crear un frente unido para impedir que el presidente iraní conserva todos los poderes? Esta cuestión es el nudo del problema, según el experto.
Apoyado inmediatamente por el guía supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, el presidente iraní conserva muchas bazas en la mano a pesar de no haber anticipado la protesta post electoral.
Goza del apoyo de la mayoría silenciosa, de las fuerzas de seguridad y del ejército. Los monárquicos y los Muyaidines del pueblo tampoco representan una alternativa creíble.
Varios expertos estiman sin embargo que las manifestaciones podrían debilitar la posición del guía supremo.
«Su preferencia por Ahmadinejad era conocida durante su primera elección en 2005. Pero en este momento, había sido confirmada en las urnas», destaca Claire Spencer, que dirige el departamento de Medio Oriente en el Instituto Chathan House en Londres.
Sin una «confirmación clara y creíble en las urnas», podrían surgir «algunas dudas sobre su papel de árbitro de la República y del proceso revolucionario y él podría ser blanco de críticas», agrega Spencer.
«Dos días después de la aprobación del resultado» por el guía supremo, «el Consejo de los Guardianes de la Constitución dice que es provisional», «lo que es sorprendente y muy significativo en sí», comenta Laleh Jalili de la School of Oriental and African Studies, basada en Londres.
Para los expertos, el margen de maniobra de Estados Unidos y de la Unión Europea es muy estrecho, dado el difícil proceso de negociación que protagonizan para tratar de impedir que el régimen iraní llegué a tener el arma nuclear.
«La Unión europea y Estados Unidos no tienen medios de acción concretos aparte de la gesticulación diplomática», estima Denis Bauchard. «Cualquier implicación extranjera sólo conduciría a debilitar a los opositores en Irán».
«En Naciones Unidas, Rusia o China bloquearán cualquier iniciativa. En cuanto a los países árabes vecinos, tienden a temer el régimen iraní» y «no harán nada que podría empeorar sus relaciones con este país», precisa el especialista del IFRI.
Los organizadores de una nueva manifestación hoy en Teherán dieron marcha atrás ante la amenaza del poder de reprimir con fuerza toda protesta contra la reelección de Mahmud Ahmadinejad, lo que no impidió el despliegue de cientos de antidisturbios en el lugar de la cita.
Ningún manifestante estaba presente en la plaza Enqelab de la capital iraní una hora antes de la manifestación, según algunos testigos.
La circulación era normal y muchos policías estaban desplegados también en los alrededores, según testigos.
La prensa extranjera no está autorizada a cubrir las manifestaciones prohibidas que se organizaron desde el principio de la semana.
Unas horas antes, organizadores de las marchas habían dicho que renunciaban a manifestarse debido a la prohibición, pero no se sabía si serían escuchados por la población.
La principal figura de esta ola contestaria, Mir Hosein Musavi, conservador moderado que impugna la reelección de Ahmadinejad en las presidenciales del 12 de junio, anunció que dirigiría un «comunicado importante al pueblo iraní» a mediados de la tarde, pero seguía sin publicarse pocos minutos antes de la hora prevista para la manifestación.
La Asociación iraní de Clérigos Combatientes, que reagrupa al clero reformista -uno de cuyos fundadores es el ex presidente Mohamad Jatami-, y que quería organizar una importante manifestación en el centro de la capital, afirmó por su parte que en la «ausencia de una autorización, no habría manifestación».
El Ministerio de Interior y la policía subrayaron que las manifestaciones estaban prohibidas en el conjunto del país, y las autoridades advirtieron que harían respetar la prohibición.
«Informamos a todo el mundo de que no se emitió ninguna autorización de concentraciones o manifestaciones en todo el país», afirmó el Ministerio de Interior.
«Destacamos que la policía actuará con determinación contra cualquier manifestación y protesta ilegales», declaró a la televisión estatal Ahmad Reza Radan, jefe adjunto de la policía.
El jefe de la policía, Ahmadi Moghadam advirtió por carta a Musavi que toda manifestación será «reprimida firmemente», informó la agencia Isna.
Los seguidores de Musavi no dijeron si participarían en la manifestación.
Desde hace una semana, Teherán y otras ciudades de Irán registran las mayores protestas en 30 años de República Islámica, protagonizadas por los seguidores de los principales rivales de Ahmadinejad, Musavi y Mehdi Karubi, que piden la anulación de la elección por fraude.
En su primera aparición pública desde que comenzó la crisis, el guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, confirmó el viernes la reelección de Ahmadinejad, con quien dijo compartir las opiniones, y exigió el fin de las manifestaciones de protesta.
Jamenei advirtió a los responsables del movimiento contestatario que serían los responsables de cualquier acto de violencia y dijo que «no cedería» a las manifestaciones.