Turbulencia polí­tica



Es indudable la influencia que el crimen organizado tiene en la vida del paí­s y, por lo tanto, en la actividad polí­tica y por ello es que hemos sido testigos de una de las campañas no sólo más violentas sino también una de las más sucias de la historia nacional. La turbulencia de la actividad polí­tica está en relación directa con las pugnas que existen entre los grupos delincuenciales que tratan de proteger sus intereses mediante acciones que les vinculen con las principales fuerzas polí­ticas y de esa cuenta es que resulta imposible tener una campaña madura en la que el debate esté centrado en ideas y propuestas y no en acciones de fuerza y en insultos.

Los guatemaltecos tenemos que entender el perjuicio que significa para el paí­s esa interferencia constante que los grupos organizados para cometer diversa clase de delitos hacen en la actividad polí­tica, puesto que de una u otra manera se trata de garantizar su impunidad a través de su capacidad de influir en partidos que, para desgracia de la Nación, anteponen su avidez por el dinero necesario para la campaña a cualquier consideración ética y de esa cuenta abren las puertas a la presencia tenebrosa y que pretende estar disfrazada, de grupos delincuenciales que no tienen otra meta que la de usar las estructuras del poder para amparar sus actos contrarios a la ley.

Posiblemente quienes más claro tienen el panorama son los observadores internacionales, pues muchos de ellos se han dado cuenta que ésta no es una campaña tí­pica en la que predominan los tradicionales grupos de interés, sino que proliferan estructuras que disponen de recurso en abundancia y que operan en la sombra a cambio de ciertas garantí­as para que puedan mantener sus actividades en el próximo perí­odo. Algunos hablan de la colombianización de Guatemala y otros simplemente señalan la crisis de un Estado que cayó bajo el control del crimen organizado y cuyos dirigentes no parecen tener ni la claridad, ni la fuerza ni, mucho menos, la voluntad polí­tica para atacar el problema en su raí­z y han preferido hacerse cómplices de esos grupos paralelos.

Pero indudablemente existe preocupación entre quienes se toman la molestia de analizar a fondo la situación, porque es obvio que nuestra sociedad se encuentra en una situación muy delicada en la que buena parte de la población no ha reparado. Para muchos esta contienda es simplemente una de tantas, en la que se repiten las manifestaciones de polí­ticos tradicionales en busca de la satisfacción de sus propias ambiciones, pero no se asimila por completo que ahora hay condicionantes mucho más dramáticos que pueden tener repercusiones graves para el futuro del paí­s. Por ello es que esta campaña ha sido tan violenta y tan sucia, porque los animadores de la misma dominan a la perfección tales prácticas.