De suyo, el ambiente violento hace arder pasiones contenidas entre los pobladores citadinos o del interior. Por lo mismo se originan en el acto sucesos trágicos por el accionar de turbas enardecidas que no se detienen para cometer linchamientos, y en el menor de los casos propinar grandes palizas a los sindicados de malhechores.
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En ese marco en acción son cometidos bárbaros linchamientos, bajo manipulaciones que se escudan en el anonimato, por la psicología del rumor. Cansados del entorpecimiento o tortuguismo de la justicia, deciden tomarla por propias manos. Sin embargo, el espectáculo retrocede a tiempos del hombre primitivo y salvaje.
Este procedimiento con lujo de crueldad es llevado a cabo frente a centenares de vecinos, entre ellos niños que observan traumados cómo piden a gritos ayuda los ajusticiados, pasto de las llamas, cuya activación proviene de combustible con el que son rociados previamente todo el cuerpo; al final calcinados.
Un espectáculo dantesco son aquellos actos, incluso no aptos también para jóvenes y adultos de ambos géneros, pensando en el efecto multiplicado posterior. Se registran con cierta periodicidad en diversas regiones del país, tienen la aprobación de algunos núcleos, al margen del derecho consitudinario, o de ancianos.
Cómo reacciona el ser humano, incluso poniendo oídos sordos a su otro yo, sin importar el grupo social al que pertenecen, hastiados de tanta delincuencia. Nadie esta libre de sufrir el acoso de las pestes delincuenciales, por lo cual no aplauden, pero en su interior piden justicia a gritos.
Que sea al tenor de principios constitucionales, pronta y cumplida. Empero todo el conglomerado está convencido que el debido proceso se escapa del escenario. Mientras tanto la temible y extendida Delincuencia engrosa sus nefastas filas, a manera de incontables y destructores tentáculos siniestros.
Cada cabeza es un mundo; cada persona sale de su casa sin saber si va a regresar sano y salvo. El desmedido crecimiento poblacional, unido a la pérdida de valores humanos endosa múltiples riesgos dondequiera, que atentan de cualquier manera contra la vida y los bienes materiales de los compatriotas en salmuera.
Ejemplos abundan, mismos que sacan a relucir y hacen del conocimiento general que la delincuencia común y crimen organizado tienen en ascuas a los habitantes. Sobre todo del área capitalina, aunque el resto del país tampoco queda libre de tanto malandrín que hace de las suyas.
El comportamiento personal difiere del accionar grupal. Hay una reactivación innegable del actuar en masa; surge pronto la predisposición de contagiarse, a extremo de conformar en algún momento las turbas enardecidas y al final concluyen siendo copartícipes de los reprochables tropelías, amén de infrahumanas.
Por eso y más, de sobra también se tiene conocimiento del cambio aludido. Debido a causas endógenas y exógenas se pierde el control emocional, ocurren actos fuera de serie, al margen del control personal. Conviene por lo tanto recalcar en la conciencia, base que media en los procederes.
Inclusive, análisis y estudios exhaustivos llegan a la conclusión evidente que aun en el agua aparentemente tranquila (mansa) puede sobrevenir una inundación que da al traste con los rasgos personales. De consiguiente, las zonas deben dominar esos desajustes emocionales, como palabras claves.