Tu Muni semioculta


Por su ubicación prevista por alcaldes ingenieros de entonces, el edificio, palacio mejor dicho de la Municipalidad citadina atrapa las miradas aún absortas de propios y extraños. Sin embargo, el cuestionable Transmetro tiene en el mismo sitio un adefesio metálico que sirve de estación.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Tal circunstancia que tomó de enorme sorpresa al vecindario y talvez a los usuarios de ese medio de transporte colectivo, tiene el llamado también Palacio de la Loba, conformante de la Plaza Italia, semioculto. Si uno se dirige de norte a sur lleva tamaño disgusto al constatar el desacierto.

Insisto, el majestuoso asiento del ayuntamiento capitalino llena a plenitud su objetivo de satisfacer el gusto general en toda el área del denominado Centro Cí­vico. Punto neurálgico por cierto del descomunal tráfico que resulta del también desaforado parque vehicular de los últimos tiempos.

Siempre sostenemos que bienvenido el progreso pero que rotundamente no implique destrucción, en el caso que nos ocupa la disposición atribularia rayana en metida de pata, rompe la lí­nea estructural de la sede edilicia. Ojalá reaccionaran los de la «genial idea» y dieran marcha atrás.

A propósito, existen en el entorno circunvecino donde radica la principal autoridad de la ciudad de Guatemala de la Asunción, otras obras de infraestructura fí­sica que armonizan. Sin embargo, tampoco viene a ser conveniente que abunden, a extremo de ocultar de un todo a «Tu Muni».

Con insistencia me pregunto ¿qué dirán sobre este particular los urbanistas, que los hay, los hay para muestra? Si la opinión general podrá ser empí­rica, empero con simple dos dedos de frente se repara en el acto en aquel desaguisado. Aunque a menudo las autoridades ediles no aceptan consejos.

Es deseable tomaran muy en cuenta el conocido señalamiento que amerita darle cumplimiento para bien del ornato citadino, tan venido a menos de un tiempo para acá. Si ya lo olvidaron puedo refrescarles la memoria en el sentido que si errar es de humanos, enmendar viene a ser actitud de sabios.

Nuestra capital requiere del concurso y afecto de quienes vivimos bajo su alero generoso, amargado por tanto malandrí­n que nos tiene de rodillas. Para ejemplo evidente y convincente está otro sitio importantí­simo de la urbe, como es el Centro Histórico. Se encuentra en un estado lamentable de degradación ostensible, a la espera de sobrevivir de nuevo.