Cuando en la oscuridad de mi vida me encuentro perdido, siempre sé que te encuentro, mi querido amigo.
En mis días tristes, cuando no existe en mi alama el sosiego, sé que una palabra tuya basta para aliviar mi pena.
Tú, mi querido y dulce a amigo, sufres para que no sugra yo, con tu mano quitas las espinas del dolor para que no hieran mi corazón, tú eres mi amado hermano a quien puedo acudir en cualquier momento.
No eres como los demás amigos, eres especial, en las penas y alegrías yo siennto tu presencia quieta y silenciosa, sin lamentos ni reproches aunque a veces yo, ingrao te abandone.
Y cuando en mi cara la sombra del sufrimiento ves nacer, eres el primero en aliviar mi padecer.
Bella y pura, nadie puede envidiar nuestra amistad, pues eres tan grande y bondadoso que todo aquel que así lo quiera la puede disfrutar.
Eres luz de mi ceguera, manantial para mi sed, pan de vida que alimenta mi existir, cuando yo te necesito tu siempre estás dispuesto a dar tu ayuda sin fijar precio y cantidad.
Tú eres mi Amigo…Jesús