Hoy, a las 18:15 horas, en el Paraninfo Universitario (2a. av. 12-40 zona 1), segundo nivel, TAU, se proyecta el videoconcierto Tschaikowsky: Concierto No. 1 en si bemol menor Op. 23 para piano y orquesta. Solista: Mikhail Pletnev. Orquesta Sinfónica de la Radio de Moscú, director Vladmir Fedoseyev.
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Este concierto fue tocado por primera vez en Guatemala, por el brillante pianista guatemalteco, Manuel Herrarte Ariano( ) con la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de Andrés Archila, en los años 1948-49.
El segundo guatemalteco que lo tocó en la década de los setenta fue Juan De Dios Montenegro Paniagua, y en la década de los ochenta, la pianista Dora Ruth Estrada. Estos tres pianistas guatemaltecos son los únicos que han tocado esta obra con la Sinfónica Nacional, con gran despliegue de técnica e interpretación de muy alto nivel. Los dos últimos, tocaron bajo mi dirección.
Tschaikowsky compuso tres conciertos para piano, de los cuales solo el primero logró popularidad. Mientras trabajaba en esta obra, escribía a su hermano Anatolio: «la composición avanza con lentitud, no tiene la forma que quisiera. Los pasajes del piano me cuestan mucho trabajo…»
Para las navidades de 1874 Tschaikowsky lo tocó ante el pianista y compositor Nicolai Rubinstein, director del Conservatorio de Moscú, en el que Tschaikowsky enseñaba armonía. Su intención era dedicárselo a Rubinstein y que este lo estrenara, pero después de la ejecución del primer tiempo, Rubinstein permaneció silencioso. A una pregunta de Tschaikowsky sobre algunos detalles técnicos, Rubinstein respondió: «Mi querido amigo, que puedo pensar de los detalles cuando la composición en conjunto me parece lamentable?»
Cuando Tschaikowsky acabó de tocarlo, Rubinstein declaró que el concierto era inejecutable y banal e hizo al piano la parodia de algunos pasajes, añadiendo que estaba dispuesto a tocarlo si su autor lo reformaba totalmente.
«No cambiaré ni una nota -dijo Tschaikowsky -. Al contrario, pienso hacerlo imprimir exactamente como está.»
Borró de la partitura el nombre de Rubinstein y lo dedicó al notable pianista y director alemán Hans con Bí¼low, quien se entusiasmó con la obra y le escribió al auto: «Las ideas son tan originales, nobles y potentes, y los detalles -a pesar de su multiplicidad, que no daña la claridad ni la unidad de la composición- tan interesantes, la forma tan perfecta, madura y llena de estilo, que debo felicitar al compositor y a todos de los que de un modo activo a pasivo participan en esta obra.» Más tarde Rubinstein cambió de opinión sobre el concierto y fue uno de sus intérpretes más notables. En 1889 Tschaikowsky introdujo algunos cambios.