Estados Unidos observa con atención la situación en las ex colonias francesas en ífrica, donde París busca cada vez más evitar el trato directo con sus antiguos territorios, para compartir riesgos e informaciones, como lo demuestran los documentos publicados por WikiLeaks.
Sospechas de corrupción del régimen senegalés, avances de la investigación francesa sobre Ruanda, confidencias del presidente marfileño en París. Washington no sólo no se interesa por el ífrica francófona, sino que a menudo conversa sin tapujos con París sobre la vida política en el continente.
Las notas diplomáticas estadounidenses difundidas por WikiLeaks y publicadas por el diario Le Monde ofrecen retratos ácidos de diferentes dirigentes. Senegal es descrito como «una democracia cada vez más debilitada» por la corrupción, en la que el presidente Abdoulaye Wade, de 84 años, y su hijo Karim buscan «abrir la vía a una sucesión presidencial dinástica».
Varios documentos muestran una coincidencia de puntos de vista entre diplomáticos estadounidenses y franceses. Estos últimos tampoco se reservan comentarios sobre los dirigentes de sus ex colonias.
«Wade se da cuenta de que ni él ni Karim pueden ganar en 2012 sin un fraude masivo que ni el país ni la comunidad internacional podrán tolerar», aseguró un diplomático francés citado en un telegrama de la embajada estadounidense en París en 2010.
Los telegramas revelan la colaboración de ambos gobiernos que lleva hasta realizar acciones comunes. En enero de 2010, franceses y estadounidenses trabajan conjuntamente para echar del poder al jefe de la junta guineana, el capitán Moussa Dadis Camara y favorecen su expulsión de Marruecos (donde se reponía de un intento de asesinato) a Burkina Faso.
Según un especialista de la región, el intercambio de informaciones entre París y Washington «no es nuevo», pero ahora Francia da «mucha información» porque ya no quiere actuar sola en el continente.
A su llegada al poder mayo de 2007, Nicolas Sarkozy advirtió que Francia no tenía ya vocación de ser el policía de ífrica y otorgó ese papel a la ONU y la UE.
En un contexto en el que Francia no desea más intervenir militarmente a solas en ífrica, París no duda tampoco en revelar a Estados Unidos ciertas claves secretas de antiguos acuerdos de defensa.
La nueva política francesa «puede dar a Estados Unidos la ocasión de extender su influencia en ífrica sin encontrar resistencia ni interferencias de Francia», según uno de los telegramas.
Para Antoine Glaser, especialista en relaciones franco-africanas, «es la amenaza terrorista en el Sahel la que ha llevado a París a acelerar la concertación con Estados Unidos».
Desde hace un año, París y Washington cooperan de manera muy intensa en el Sahel en la lucha contra Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), tras los temores de la diplomacia francesa a que sus instalaciones en la zona sean atacadas.
Esta alianza ha tenido un nuevo ejemplo en la crisis poselectoral en Costa de Marfil. Washington reclamó antes y más enérgicamente la salida del presidente Laurent Gbagbo, aunque la posición francesa en el conflicto es la misma.