Elizabeth ívalos
Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad para Centroamérica
Diariamente los correos electrónicos se llenan de anécdotas de personas que han sido víctimas de la inseguridad ciudadana. O bien de informaciones de cómo prevenir asaltos, robos, secuestros y otros hechos delictivos.
Si bien esta información ya circula por alrededor de un millón de guatemaltecos que ahora tienen acceso a Internet, todavía no causa mayor impacto en la población en general. Pero las capas medias comentan en oficinas y otros lugares de reunión, de las nuevas modalidades que los delincuentes desarrollan para efectuar sus fechorías.
Aún así, para la mayoría de internautas estas no son más que anécdotas que comentar. Hechos sin fecha ni nombre que en corrillos se comentan y quedan allí, entre la imaginación y la duda. Sin embargo, durante los últimos 15 días he vivido tres experiencias que hacen cambiar la anécdota por la realidad.
La primera: una madre de familia sale del colegio de su hija, ubicado en la zona 15. Al tratar de abordar su vehículo es interceptada por dos hombres armados que la obligan a llevarlos, manteniéndola en su poder por más de cuatro horas. Exigen rescate para poder devolverla.
Al finalizar el año escolar, estudiantes de un colegio del centro de la ciudad se reúnen en Las Majadas para celebrar los 15 años de una de sus compañeras. La fiesta está amena, pero de repente varias compañeras empiezan a mostrar síntomas de intoxicación, los resultados demostraron que las colegialas fueron expuestas a consumir drogas mediante las bebidas que les fueron servidas. Algunas estuvieron en estado inconsciente por más de 10 horas.
En la Avenida Hincapié, mientras esperaba la salida del esposo de su trabajo, una señora es encañonada por un sujeto, quien aborda el vehículo y la lleva con rumbo desconocido. Dos horas después, aproximadamente, la deja abandonada en el Barrio La Reformita, zona 12, robándole el automóvil de modelo reciente y mercadería de valor que tenía dentro.
Las tres historias parecen parte del anecdotario que diariamente recibimos vía internet y que poco o nada le prestamos atención. Sin embargo, son hechos reales de los cuales me he enterado por tener cercanía con las víctimas. Aún así, debido a la cotidianidad de los mismos, no se les presta la atención adecuada, si no más bien siguen aumentando el número de anécdotas sobre los índices de violencia en la ciudad.
Las tres historias tienen situaciones similares entre sí. En dos de ellas las víctimas eran mujeres que iban solas y que fueron atacadas mientras estaban desprevenidas. En la tercera historia, las víctimas fueron jovencitas de escasos 15 y 16 años que consumieron bebidas que a simple vista eran las tradicionales para ellas. Es decir, fueron engañadas por quienes se las sirvieron.
A qué viene el abordaje de ellas en este espacio. A la necesidad de que recapacitemos sobre nuestro ser ciudadano, pues el asunto es que no estamos preparados para hacerle frente a la inseguridad y a la violencia. Como ciudadanos sabemos poco o nada de cómo comportarnos ante una situación de esta naturaleza y de cómo prevenirla.
Es necesario entonces que busquemos salidas a esta poca información y educación sobre la prevención a la violencia o las reacciones que debemos tener al momento de enfrentarla.
Hay que tomar acciones
Una de ellas es la educación ciudadana sobre la misma. Planteo al respecto algunas acciones que se pueden tomar para ello: el abordaje de la temática en las diferentes esferas de acción de los habitantes del país. Capacitar al respecto en los centros de trabajo, en las escuelas, universidades, en las comunidades para que todos aprendamos a prevenir la violencia.
Estas acciones educativas deben provenir del Viceministerio de Apoyo Comunitario del Ministerio de Gobernación en coordinación con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Trabajo, por ejemplo. Las municipalidades y las gobernaciones departamentales también podrían participar en campañas educativas de esta naturaleza.
Las Juntas Locales de Seguridad, que tanto el Viceministerio de Apoyo Comunitario como la Municipalidad a través de los Comités únicos de Barrio han formado, también deberían ser parte importante en la educación de los vecinos sobre la prevención de hechos delictivos, buscando evitar que haya más víctimas.
Otra acción para educar a la población debe ser a través de los medios de comunicación, tanto los privados como los estatales, así como las radios comunitarias. Sobre los estatales, aprovechar las radios que conforman el Sistema Nacional de Radiodifusión para promover estas campañas educativas.
Pero también pueden abrirse espacios de trabajo de educación en la prevención de la violencia desde las organizaciones no gubernamentales que se dedican al estudio de la seguridad ciudadana.
Es decir, es un llamado a la acción positiva para prevenir y educar sobre la problemática de la violencia que ya es cotidiana en el país. Estas son nada más unas cuantas ideas de qué podemos hacer desde cualquier instancia en la que nos desenvolvamos. Cada uno puede aportar más y mejores ideas pero lo importante es ponerlas en práctica desde las diferentes instancias.
Debemos actuar desde nuestro espacio ciudadano, pero al mismo tiempo debemos promover que las autoridades apoyen estas iniciativas y las lleven también a la acción. No podemos continuar siendo solamente internautas espectadores de la violencia que nos consume día a día.