Trémula esperanza para jubilados y pensionados


Eduardo_Villatoro

Como probablemente lo recordarán algunos de mi contadores lectores, anteayer enfoqué la insólita decisión del Gobierno de rebajar, de hecho, el monto de las cantidades que perciben las personas de edad madura en concepto de jubilación, pensión y montepío, contrariando absurda y arbitrariamente el espíritu y la letra del artículo 114 de la Constitución Política, que, como lo anoté el jueves, establece que el Estado procederá periódicamente a revisar las cuantías asignadas en ese rubro.

Eduardo Villatoro


Por supuesto que el actual régimen no ha resuelto explícitamente disminuir las cantidades monetarias asignadas a los ancianos guatemaltecos que dejaron buena parte de su vida al servicio del Estado; pero de facto mermarán sus exiguos ingresos si el monto anual supera la estratosférica cantidad de Q48 mil al año, puesto que de conformidad con la Ley de Actualización Tributaria promulgada por el Congreso de la República a iniciativa del Organismo Ejecutivo y elogiada por el omnipresente Cacif, los jubilados y pensionados estarán sujetos al pago del Impuesto Sobre la Renta, además de que con la exorbitante cantidad que reciben deberán pagar un contador para la elaboración de sus planillas.
Sin embargo, en medio de este sombrío panorama para los compatriotas de edad madura, se alza una luz de esperanza en su limitado horizonte que podría iluminar la penumbra de sus últimos años, porque el aún joven diputado Carlos Barreda, integrante de la bancada de la UNE, ha tomado en sus manos la antorcha que con su trémulos rayos dignifique a pensionados y jubilados, al proponer que antes de que el año entrante cobre vigencia la citada reforma tributaria (¿?) se anule la cláusula que incluye a los ancianos como contribuyentes obligatorios del ISR, aduciendo humanitarias razones, algunas de las cuales anoté en mi artículo anterior.
Hay veces en que a uno de columnista se le va la mano cuando suele generalizar en lo que atañe a la conducta de determinados gremios, y en más de una ocasión yo he sido muy severo en mis juicios al criticar con severidad a los legisladores, aunque también debo advertir que siempre he dicho que no se debe medir con el mismo rasero absolutamente a todos los parlamentarios, porque existen sus excepciones y me he atrevido a mencionar nombres de congresistas que realizan su trabajo con honestidad y responsabilidad.
Tal el caso del legislador Carlos Barreda, quien antes de ser diputado fue idóneo funcionario del Ministerio de Finanzas Públicas, sin que se le haya señalado de cometer alguna irregularidad; y previamente integró un centro de estudios no gubernamental, desde el cual formulaba planteamientos de contenido científico para contribuir al manejo de la cosa pública, y a causa de la agudeza, claridad y ecuanimidad de sus exposiciones fue llamado para integrarse a las filas del Estado en su calidad de técnico en su especialidad y posteriormente reclamado para figurar de candidato a diputado, desde cuya curul ha procedido con la convicción e integridad que le distinguió antes de enrolarse en la actividad legislativa.
No es, pues, un legislador oportunista ni de esa clase de parlamentarios que cambian de bancada por convenir a intereses personales. No se ha olvidado de los ideales de su cercana juventud ni de su formación académica.
Persistiré en el tema, aunque dirigentes de asociaciones de jubilados guarden silencio.
(El emérito Romualdo Tishudo le recuerda al diputado Carlos Barreda esta cita de Víctor Hugo:-En los ojos del joven arde la llama; en los del viejo brilla la luz).