Tras las huellas de Chimalapa


San Sebastián Chimalapa, como nombre, emergió de esa particular circunstancia, una especie de maridaje lingí¼í­stico, que se constituyó en una costumbre del conquistador-colonizador, donde quiera que fuera, en el área mesoamericana.

Hugo Leonel Ruano, (hacheruano1@yahoo.com)

Pero, ¿qué significa «chimalapa»? Bueno, debo agregar que no soy un experto en lingí¼í­stica, simplemente he rastreado el aporte de algunos conocedores del tema, y extraí­do algunas conclusiones que deseo trasladarlas al lector, esperando que mi comprensión sea fiel a la verdad. Ya es conocido el significado «lugar de las rodelas», aporte de Gabriel íngel Castañeda, periodista de origen zacapaneco, ya fallecido, aporte que se ha generalizado entre los interesados en este asunto. Si desmenuzamos esa voz, obtenemos la palabra «chimal» que significa escudo o rodela, y «apan», lugar; o sea, el lugar en el que hay escudos. Se nos dice que la lengua náhuatl es aglutinante (http://www.sil.org/mexico/nahuatl/10e-NahuatlsPreguntas.htm), porque añade muchas clases de afijos (prefijos y/o sufijos) a una raí­z hasta poder construir palabras muy largas, contrariamente al castellano (Chimalapa significa lo que en cursiva destaqué). La voz «apan», o su apócope «pan», en palabras aparentemente tan distintas como Zacapan, Cuilapan, Jalapan, Jutiapan (correspondientes a las ciudades Zacapa, Cuilapa, Jalapa y Jutiapa, como es obvio) indicarí­an «el lugar en el que hay?».

El náhuatl, por cierto, ya no se habla en Guatemala, y presumiblemente tampoco en otras partes de la moderna Centroamérica (aunque el Pipil, en El Salvador, se la considera descendiente de aquélla), aunque si hay hablantes en el moderno México, pero su influencia perdura hasta el dí­a de hoy y probablemente perdurará por mucho tiempo más. ¿De dónde cree usted que vienen palabras de uso diario entre los guatemaltecos (y también en otros paí­ses de habla hispana) como elote, olote, petate, chocolate, tomate, malacate, tocayo, papalote, petaca, coyote, y tantas otras, que no provienen del castellano? El uso de dichas voces ha trascendido las ahora estrechas barreras lingí¼í­sticas y geográficas, y son consideradas de uso universal (http://www.azteca.net/aztec/nahuatls/nahuawdssp.html). El término «chocolate» ha penetrado las barreras lingí¼í­sticas de lenguas europeas no romances.

Hay otro asunto en el que conviene reparar, que está de alguna manera ligado al anterior. Si esa era una costumbre, como quedó ya probado, entonces ¿hay nombres similares en otras partes, fuera de las fronteras guatemaltecas de hoy?

La respuesta es sí­. Si se da una hojeada al mapa de mesoamérica, puede trazarse una lí­nea migratoria real en el sentido norte-sur, que empieza en el centro de México y se desplaza hacia el sureste de ese paí­s, entra a territorio guatemalteco y continúa hacia el sureste, hacia El Salvador.

En el centro de ese mapa, en lo que corresponde al municipio Los Reyes La Paz, del Estado de México, hay un pueblo que tiene el revelador nombre siguiente: «San Sebastián Chimalpa» (En algunos documentos, este mismo poblado recibe el nombre de San Sebastián Chimalapa). (La ausencia de la letra «a» en la tercera sí­laba de la voz indí­gena no es sino la erosión del tiempo, pues el significado permanece invariable). En este mismo estado existe Naucalpan, en el que hay un pueblo denominado «San Francisco Chimalpa». El Estado de Hidalgo, municipio de Acaxochitlán, hay una comunidad con el nombre de «Chimalapa». En el Estado de Oaxaca, hay dos municipios, así­: Santa Marí­a Chimalapa y San Miguel Chimalapa. Y otros nombres, dispersos por esa área, que son de la siguiente manera: San Lorenzo Chimalpa, San Pablo Chimalpa, San Hipólito Chimalpa, Santiago Chimalpa, y muchos otros. Hay rí­os y puentes también nombrados de esa misma manera (me fundamento en una buena cantidad de documentos extraí­dos de la red. Ver por ejemplo http://www.e-local.gob.mex/enciclo/oaxaca/municipios/20265a.htm).

La información más antigua sobre el pueblo mexicano homónimo, refiere que, nada más y nada menos que en 1562, los indí­genas de Chimalpa no querí­an trabajar en las obras públicas de la cabecera, hecho que motivó las averiguaciones por el entonces alcalde mayor de la provincia (http://www.e-local.gob.mx/enciclo/mexico/mpios/15070a.htm). Dicha fecha es sorprendente por cuanto señala un perí­odo de tiempo coincidente con la suposición de que la fundación de San Sebastián Chimalapa guatemalteco ocurrió simultáneamente. Y la noticia más reciente sobre el pueblo mexicano fue publicada el martes 18 de diciembre del año 2001, cuando el diario El Heraldo de México, reportó en su página 28: «Al menos 200 agentes de la Policí­a Estatal efectuaron un operativo en el poblado de San Sebastián Chimalapa de esta localidad, donde fueron desalojadas unas 50 familias que se habí­an asentado en forma irregular en un predio rústico, asimismo, se logró la detención de 14 personas como responsables».

Con lo anterior, pienso, ha quedado evidenciada la notable profusión del uso del término «chimalapa», coincidente con el área de influencia náhuatl.

Otra inferencia que se extrae es que Guatemala es el único paí­s de los ya nombrados en que solamente un lugar tiene (o tuvo, mejor dicho) ese nombre. ¿Será así­ realmente o es simplemente falta de información histórica? Aunque podrí­a ser esto último, hasta el momento no tengo noticia de pueblo (o comunidad, como gustan de decir hoy) en el territorio nacional, que haya llevado ese nombre. Las pocas evidencias en mis manos, me inclinan a sostener que únicamente en nuestro terruño hubo un nombre así­.

Finalmente, hay que anotar la precipitación histórica de nuestros abuelos, los que, al calor de la ideologí­a liberal, decidieron hace 115 años (escribo esto en 2005) eliminar de la toponimia guatemalteca el nombre «Chimalapa». Pero, como hemos visto, tanto en México como en El Salvador, todaví­a persiste.

¿Por qué eliminaron el nombre? Como queda consignado en el libro de mi autorí­a ya citado, en abril de 1890 (p. 49 y ss), por Acuerdo Gubernativo se autorizó el cambio de nombre, «para honrar la memoria de José Trinidad Cabañas». Pero, ¿hubo algo más? Más allá del deseo de quedar bien con el liberalismo triunfante, ¿estaban satisfechos los habitantes de entonces con el nombre? Presumiblemente no, pues en dicho caso, no hubieran aceptado la propuesta. Probablemente la voz «chimalapa» no sonaba bien a los oí­dos de los paisanos puritanos de aquellos tiempos, y se inclinaron mayoritariamente por el cambio.

Pero la anterior hipótesis pierde fuerza ante el hecho del enorme peso que los asuntos de orden polí­tico tienen en la toponimia. Lo más probable, pienso, es que «San Sebastián Chimalapa» haya sido visto por la ideologí­a triunfante como una clara reminiscencia del recién derrotado régimen conservador, reminiscencia la cual habí­a que exterminar.

Toda la información y argumentación aquí­ presentada tiene por propósito demostrar el origen nahúa y mexica en la fundación del poblado San Sebastián Chimalapa, y en la voz que le da nombre. Quizá a alguien pueda parecerle ofensivo y falso un origen «extranjerizante» en la conformación de algo que consideramos muy nuestro. Lo mejor que puedo responder es que en aquellos tiempos no habí­a algo que pudiera calificarse de «extranjero» o «nacional»; esto es más bien producto de épocas posteriores, con la conformación de los modernos estados nacionales. ¿Sabí­a usted que hoy, existe en Honduras un municipio que se llama igual que el departamento al cual pertenece Cabañas: San Pedro Zacapa? (queda localizado en el departamento de Santa Bárbara, visitar la página www.zacapa.hn).