Tras Crimea, ¿quién es el próximo?


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Promesas incumplidas de ayuda de Occidente. Una historia trágica de invasiones rusas a lo largo de los siglos. La dura certeza de que los conflictos en esta volátil región son contagiosos.

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Por ALISON MUTLER y MONIKA SCISLOWSKA BUCAREST /Agencia AP

Todos estos factores hacen que las naciones de Europa oriental sigan de cerca los acontecimientos en Ucrania… y tiemblen pensando que cualquiera de ellos podría correr la misma suerte.

Entre los líderes y la gente común hay un temor palpable de que Rusia, que parece capaz de tomarle el pelo a las potencias occidentales a su voluntad, busque más oportunidades de incursionar en sus viejos dominios imperiales. ¿Quién es el próximo?, se preguntan en todos lados.

«Hay mucho miedo de un posible contagio», afirmó el ministro de relaciones exteriores rumano Titus Corlatean en una entrevista con la Associated Press. «Rumania está muy preocupada».

Hay quienes temen que, después de tomar el control de la estratégica península de Crimea, el presidente ruso Vladimir Putin se sienta tentado de hacer lo mismo en Moldavia, donde hay soldados rusos emplazados en la provincia secesionista de Trans-Dniester. Es uno de varios «conflictos congelados» de Europa Oriental, a cuyas filas acaba de incorporarse Crimea, según dicen resignadamente en Occidente.

En Rumania, vecina de Moldavia, donde se habla mayormente rumano, Mónica Nistorescu pidió a Occidente que se le plante firme a Putin para que no se siente intocable.

«El mundo no debe seguir viendo a Putin como un dragón invencible con dientes de plata», afirmó Nistorescu, «porque terminará creyéndose que Rusia es lo que fue alguna vez».

Del otro lado de la frontera, los moldavos creen que la noción de una invasión rusa no es pura fantasía. «Tememos que el conflicto en Ucrania pueda involucrarnos a nosotros», afirmó Víctor Cotruta, un empleado administrativo de la capital Chisinau. «Los rusos podrían apoderarse de Moldavia en un día».

Muchos en la región están conscientes de que Polonia tenía garantías de ayuda militar de Francia y Gran Bretaña ante la agresión nazi. Pero cuando Hitler invadió en 1939, franceses y británicos no enviaron soldados a pesar de que le declararon la guerra a los alemanes. Esa historia alimenta el escepticismo respecto a las perspectivas de que la OTAN ayude a sus miembros de Europa oriental en caso de un ataque ruso.

«La historia de Polonia deja en claro que no podemos contar con los demás», manifestó el novelista Jaroslaw Szulski a la AP.

Esa sensación es particularmente fuerte en las naciones del Báltico que son miembros de la OTAN y de la Unión Europea. Estonia, Letonia y Lituania tienen una buena cantidad de rusos que Moscú dice periódicamente que debe «proteger». Esa fue precisamente la excusa con que lanzó la invasión de Crimea.

Moscú acusa rutinariamente a Estonia y Letonia de discriminar contra las minorías rusoparlantes. Las tensiones entre Rusia y Estonia aumentaron en el 2007, cuando protestas de los rusos contra el traslado de un monumento de la guerra a otro sitio derivó en desmanes. Muchos estonios acusaron a Moscú, que le ha entregado pasaportes a la población de ascendencia rusa del Báltico, de alentar las protestas.

A su llegada a una cumbre de emergencia de la UE la semana pasada, la presidenta lituana Dalia Grybauskaite dijo: «Gracias a Dios que ya tenemos más de diez años en la OTAN».

Pero ella también expresó temores ante las acciones de los rusos: «Rusia está tratando de restablecer las fronteras que teníamos después de la Segunda Guerra Mundial».

La historia es una pesada carga para los europeos orientales al contemplar su futuro.

Muchos opinan que la toma de Crimea por parte de los rusos es un episodio digno de la Segunda Guerra Mundial, cuando tropas soviéticas ocuparon ciudades y pueblos y los dejaron bajo el control del Kremlin por décadas.

«Claro que hay una amenaza potencial para nosotros en el futuro», dijo Katerina Zapadlova, mesera de un café de Praga. Recordó cómo los soldados soviéticos irrumpieron en Checoslovaquia en 1968 para aplastar el movimiento conocido como la Primavera de Praga.

«Tengo miedo por lo que nos hicieron en el pasado», admitió. Algunos expertos creen que esos temores son injustificados. «Yo no creo que haya una agresión rusa a corto plazo», expresó Michal Koran, del Instituto de Relaciones Internacionales de Praga. «Estoy 100% seguro» de que la OTAN ayudaría a sus aliados orientales, agregó. «Considero que la OTAN se hará más fuerte por el conflicto en Ucrania».

Una dependencia económica mutua conspiraría contra las posibilidades de un conflicto armado entre Rusia y Occidente. La economía rusa gira en torno a la venta de gas natural a Europa. En el 2012 los rusos compraron 170.000 millones de dólares en maquinaria, autos y otros productos. La dependencia del Este y el Oeste de la energía rusa, por otro lado, deja poco margen de maniobra para tomar una actitud firme contra Moscú.

Algunos países como Polonia, que colinda con Ucrania y Rusia, están tomando medidas preventivas. El primer ministro polaco Donald Tusk advirtió que la inestabilidad de Ucrania podría ser prolongada y empezó a reforzar su capacidad militar. A pedido suyo llegaron esta semana al país una docena de aviones de combate F-16 y 300 soldados estadounidenses para participar en maniobras militares.

«Cualquiera que piense que se puede lograr paz y estabilidad a costa de concesiones se equivoca», dijo Tusk, aludiendo a los esfuerzos de Europa por apaciguar a Hitler y a Stalin en la década del 30. Acto seguido aludió a las consecuencias de dejar que Rusia se salga con la suya en Crimea. «Europa ya cometió errores de este tipo, que siempre dieron lugar a catástrofes», sostuvo la semana pasada ante el parlamento.

«El mundo no debe seguir viendo a Putin como un dragón invencible con dientes de plata» – Nistorescu.

Muchos opinan que la toma de Crimea por parte de los rusos es un episodio digno de la Segunda Guerra Mundial, cuando tropas soviéticas ocuparon ciudades y pueblos y los dejaron bajo el control del Kremlin por décadas.