Cuando casi llegamos a un año del trágico accidente de la vuelta El Chilero, del que todavía nadie ha sido castigado penal y civilmente, aún no se busca el camino para regular y modernizar el transporte colectivo.
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También está casi olvidada la explosión de una pipa de gas en la ruta al Atlántico y otra en Quetzaltenango, con saldos mortales. Poco se ha hecho por el control y regulación, a pesar de las promesas de las autoridades.
Y es que no sólo en el transporte de pasajeros hacia los municipios hay anarquía y descontrol, tampoco nadie corrige los abusos materiales y económicos de los autobuseros en la capital de Guatemala.
Al recordar el ejemplo de la pérdida de 55 personas en el autobús de Transportes Lorenita, y catastróficos accidentes en la ruta Ciudad Quetzal y otros puntos del país, el diputado Noé Orellana, de la comisión de Comunicaciones, aseguró que seguirán con el empeño de endurecer la legislación.
Lo anterior al referirse a la iniciativa de ley que crea la Superintendencia del Transporte de Pasajeros que busca la regulación y control de los transportistas, no solo de pasajeros sino en general de vehículos pesados que movilizan cargas peligrosas, explosivas, inflamables y químicas.
Además se espera materializar el registro nacional de pilotos, para que el propietario individual o jurídico así como los conductores permanezcan en un banco de datos con todos sus registros generales, para evitar las fugas que son comunes cuando ocurren accidentes.
Orellana ofreció que promoverán el proyecto de ley, y dar seguimiento a fin de conseguir un dictamen favorable para el contenido de los artículos clave que fueron elaborados para lograr controles modernos y drásticos que necesita el país en materia de transporte de carga y de pasajeros.
La Ley de Superintendencia crearía el control obligatorio de reporte de cuál vehículo conduce qué piloto.
Falta revisión de calidad y modernidad de unidades, motores, llantas, seguro, extintores, comodidad, tarifas definidas, extensión de boletos y facturas al usuario.
En 2008 los transportistas dispararon aumentos exagerados por incremento del precio del diésel.
Siguen resistiendo hacer rebajas a precios en rutas largas y cortas, a pesar que ahora cuesta Q16, Q20 y Q22 cada galón de gasolinas y diésel, después del incremento que sufrió antes en casi Q30.