El New York Times dice que en otros países los niños adoptables son generalmente niños abandonados, pero en Guatemala son entregados por sus madres naturales a corredores o agentes mediadores para el comercio de niños, quienes podrían pagar desde unos cientos de dólares hasta $US2 mil por niño, según entrevistas con madres y expertos.
La mayoría provienen del área rural. Algunas madres naturales han traído vergí¼enza a sus familias por embarazarse estando solteras. Otras son casadas pero han tenido aventuras habiendo emigrado sus maridos a los Estados Unidos. El Times no lo dice, pero sabemos fehacientemente los guatemaltecos que hay un sinnúmero de mujeres que alquilan su vientre como parte del negocio. El paupérrimo sistema de vida de estas aldeas y la mortalidad infantil (36 por mil nacimientos en 2002), y la mitad de ellos mal nutridos, está dentro de los más altos en el hemisferio.
El sistema de adopción de Guatemala no está operado por jueces, cortes o burócratas ?como en la mayoría de las naciones-, sino por unos 500 abogados y notarios privados, quienes emplean corredores o mediadores de niños y mantienen redes ?networks- de pediatras y niñeras para atender a los niños en espera de ser adoptados. Estos conforman una poderosa presión de personas adineradas.
«Estamos rescatando a estos niños de la muerte,» dijo Susana Luarca Saracho, una de las abogadas de adopción más ocupadas del país, quien ha peleado durante años para mantener el sistema como está. «Aquí no vivimos ? sobrevivimos» dijo «Â¿Qué preferiría un niño, crecer dentro de la miseria o irse a los Estados Unidos, en donde hay de todo?».
Contrario a los Estados Unidos, en Guatemala la papelería generalmente se arregla en una sola visita. Las familias recién constituidas a veces deben quedarse menos de una semana en un hotel guatemalteco antes de regresar a los EE.UU. muchos padres adoptivos pasan por el Marriot ?cientos al año, dicen los empleados-, así que en la tienda de regalos, junto a las tarjetas y curiosidades guatemaltecas se pueden encontrar pañales, pañuelitos húmedos para limpiar -wet wipes- y fórmulas de leche en polvo.
«Cualquiera que va a un hotel aquí mira la escena: Norteamericanos encontrándose con niños guatemaltecos» dijo Manuel Manrique, representante de UNICEF en Guatemala. «La mayor parte de gente piensa, `Qué bien que estos niños tendrán una mejor vida.´ Pero ellos no saben cómo está funcionando el sistema. Esto se ha convertido en un negocio, en lugar de un servicio social.»
Josefina Arellano Andrino es encargada del departamento gubernamental que autoriza las adopciones, pero por ahora, le permiten parar únicamente aquellas que llevan papelería falsa o fraudulenta. «Los niños son vendidos y debemos pararlo,» dijo. «Â¿Qué le pasa a nuestra cultura que no cuidamos de nuestros niños?».
Los guatemaltecos debemos pensar que esta última y digna aseveración es la parte controversial del negocio de niños en Guatemala, que es el más triste indicativo de la situación en la que, quienes nos gobiernan y sus acaudalados amos, católicos y evangélicos, han metido a Guatemala. ¿Por qué?