Tradición, baile y barriletes


Depa_1a

Ciudad Vieja, municipio ubicado a unos 8 kilómetros de la Antigua Guatemala, vivió la fiesta del Dí­a de Muertos; baile, platillos tí­picos de la temporada, barriletes y convivencia familiar, se disfrutaron en el Cementerio Municipal de la localidad.

Depa_1bDepa_1cDepa_1eDepa_1fDepa_1g

Por Melissa Vega SACATEPí‰QUEZ / Agencia CERIGUA

Cindy Betancourt, ama de casa y residente de Ciudad Vieja durante 33 años, dijo a Cerigua que su rutina inició a las 5 de la mañana para dirigirse al Mercado de Flores, en la Plaza Central, ya que las más bonitas se encuentran a esa hora; una docena de rosas se cotizaba en unos 15 quetzales.

La joven madre preparó ayote en dulce y jocotes en miel, ya que eran los favoritos de su mamá, recientemente fallecida, a quien visitó en compañí­a de sus cuatro hijas y de su esposo en el Cementerio Municipal; es inevitable sentir tristeza, pero el Dí­a de Muertos debe ser una celebración.

Fue una pequeña merienda mañanera, sin embargo la mayorí­a prefiere preparar almuerzo e ir a convivir un rato a las tumbas de quienes ya se han adelantado; la precaria economí­a familiar no da para mucho: churrascos, pollo frito, ensaladas, frijoles volteados y huevos duros, son algunas de las principales opciones.

El platillo tí­pico de la temporada es el fiambre, una mezcla de diversos vegetales, legumbres y de todos los embutidos; una libra de la exquisitez se cotiza entre los 150 y 300 quetzales; quien lo prepara debe disponer de por menos 120 dólares y alcanza para unas 10 porciones, muy pocos la disfrutan.

Un sondeo realizado por Cerigua en el Cementerio Municipal de Ciudad Vieja reveló que sólo una de cada 10 familias que visitaron a sus muertos, tuvo acceso a consumir el fiambre.

Niños y niñas corrí­an entre las tumbas para que sus barriletes tomaran impulso hacia el cielo, otros se subieron a los techos de los mausoleos, ya que el aire arriba es más intenso; se cree que es una manera de comunicarse con sus seres queridos, para que sepan que en la Tierra se les extraña.

Difí­cilmente se observa a alguna persona llorando, aunque el dolor invade el rostro de la mayorí­a; al salir del panteón un sinfí­n de ventas de comida, dulces y bebidas alcohólicas, una pista de baile y juegos mecánicos para los niños, contrastan con el sentimiento de añoranza e invita a recordar los buenos momentos que vivieron con los finados y finadas.

Algunos sufrieron un doble dolor, ya que sus muertos fueron removidos de sus nichos por la Municipalidad, por no pagar la respectiva cuota anual; hace unos años, la alcaldí­a cobraba 150 quetzales anuales, ahora la cuota es de 800.

En medio de la tanda de póquer, los adultos mayores y jóvenes criticaban la administración del alcalde, quien asumió el poder en 1991 y ha sido reelecto por quinta ocasión, dos veces en circunstancias no muy transparentes; 20 años en el poder y ha hecho muy poco, concluyeron los jugadores.