Trabajo infantil en marcha


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Ponen en marcha campañas fallidas en torno al inhumano caso del trabajo infantil. Pero no surge la deseable solución salvadora. Tampoco existe el apoyo de lectores, audiencia radial y televisiva. Muestran desinterés total; cuando mucho intentos huidizos. En solo eso quedan los afanes de mérito, siempre en blanco, por más que pinten de colores las cosas.

Juan de Dios Rojas


El paternalismo que «El señor Gobierno» asuma la carga con miras a zafar bulto constituye el lugar común por completo. Bueno será una posición cooperadora de los guatemaltecos, adoptando un quehacer apropiado; digamos un rol más constructivo; urge en definitiva llenar esos espacios pronto.

Es una fuerza laboral prematura por usos y costumbres antañonas, dándole la espalda al correcto crecimiento. Los infantes pierden salud, no reciben educación, al menos de primaria, porque también su alimentación deficiente se refleja en los rostros y complexión, a la vista simplemente.

Está en las propias narices del gobierno central, empero hasta hoy el aludido problema continúa igual. Equivalente a contar las estrellas del cielo en horas nocturnales. Fácil es comprobar su macilento rostro bañado en sudor, además, soportando malos tratos y las inclemencias del tiempo.

Deben las dependencias del Ministerio de Trabajo y Previsión Social tomar cartas en el asunto más antes que después. Sucede en la práctica que quede en el olvido, común en la burocracia, verdadero caudal de recursos que faltan diversos vacíos por llenar en los ramajes notorios poblacionales.

Los casos más sabidos como divulgados son; los niños de la pólvora y los llamados de la piedra. Pero en el transcurrir del tiempo, inclusive ante la crisis económica, aparecen limpiadores de carros, encargados de carreta, lustradores, etcétera. No es gusto aquella de barriga llena, corazón contento. Esperamos que el nuevo Procurador se ponga las pilas.

El escenario mayor podemos ubicarlo en el área urbana también con los niños apagafuegos y equilibristas en procura de unos centavos necesitados en el hogar. Las esquinas estratégicas son junto a los semáforos, amén de los que piden limosna, todos escuálidos en cualquier sitio citadino.

No quedan en blanco las área rurales, donde niños de corta edad trabajan como cortadores de pimienta, café, aparte de ayudar al padre en las labores del campo: siembra de granos básicos, llevando consigo artículos de labranza y su carga al hombro, o el infamante mecapal.