Trabajo femenino es el motor económico del campo


«Mi mamá no trabajaba en la finca, trabajaba en la casa; lo que hací­a para no sufrir por el dinero era siempre trabajar en hacer el matate; amarraba la pita, siempre ahí­ estaba trabajando en la casa, hací­a los matatí­os y los vendí­a, de esto nosotros comimos». En la mente de una niña resplandecen los recuerdos de una mujer, que trabajaba más de 18 horas al dí­a para mantener a su familia.

Flor de Marí­a Ortiz
florortiz@lahora.com.gt

«A veces no tení­amos nada que comer; por eso mi mamá no aceptó ir a la finca aunque sí­ hay mujeres que trabajan en la finca», recuerda la menor, que como la mayorí­a indí­gena, tiene que aprender a trabajar a temprana edad.

De esa forma, es ya una costumbre que el trabajo femenino inicia cuando todaví­a son niñas, y las jornadas empiezan cuando aún no sale el sol, mientras que la vida productiva se acaba con la vejez y la jornada, aún en la noche.

Con las responsabilidades laborales de un empleo de 8 o más horas, además del trabajo doméstico, las mujeres se convierten en el motor productivo del campo, de acuerdo con un análisis de la investigación «Memoria de mujeres, lucha e identidad».

Las niñas también tienen que trabajar y en algunas ocasiones deben realizar trabajos de un adulto; en la mayorí­a de ocasiones, las jóvenes, al cumplir los 18 años de edad también tienen que ir a trabajar a los cafetales, con las mismas responsabilidades de cualquier otro trabajador,

«Cada quien vive en su casa, la vida de la mujer es dura; tiene que trabajar duro también para dar de comer a sus hijos, y también ella hace jugo de caña, sólo con eso trabajan las mujeres».

Esta lógica se fundamenta en el aporte y trabajo de cuidado que las mujeres realizan en la casa para cuidar y reproducir la vida, y para mantener el mercado de fuerza de trabajo que el gran capital requiere para nutrirse y crecer.

Es el trabajo el que genera la riqueza, y cuando se desconoce y desvaloriza el trabajo de cuidado y reproducción de la vida que hacen las mujeres, se obvia el objetivo central de la vida misma y se prioriza la mirada que pone el control, el uso del poder y el prestigio como los fines de la vida de las personas y de las colectividades, refiere la investigación.

«Si sumamos a esto la presente ausencia de garantí­as para el trabajo, las rebajas de salarios, la falta de contratos fijos, la discriminación de las mujeres en el ámbito laboral y la explotación del trabajo infantil, entre otras violaciones de los derechos humanos y laborales, la crisis económica actual, agudiza la precariedad del trabajo y priva de empleos a millones de mujeres y hombres, incluso en los paí­ses desarrollados», declara el estudio.

De esa cuenta, la Coordinadora 8 de Marzo, demanda a las instituciones del Estado la creación de empleos permanentes y el acceso a bienes duraderos para las guatemaltecas, al mismo tiempo rechaza la precariedad y la flexibilización laboral. Estas exigencias están dirigidas para mujeres mayas, garí­funas, xincas y mestizas en momentos que una nueva crisis económica nos golpea con mayores cargas de trabajo no remunerado y se avecinan recortes presupuestarios en la promoción.

INGRESO FAMILIAR

Según datos de la FAO (1995), en todo el mundo, las mujeres producen más del 50% de bienes alimentarios. En América Latina, las mujeres son las principales responsables de la crianza de ganado en pequeña escala. Las peruanas realizan el 25% de la labor agrí­cola en todos los rubros, mientras en Guatemala las mujeres contribuyen con el 25% del trabajo tanto en la producción tradicional como en la producción de hortalizas para la exportación.

Las mujeres juegan un rol importante en la reforestación, especialmente en la plantación de arbustos y recolección de productos forestales para el forraje, combustión y alimentación.

Además, la leña es la mayor fuente de combustión en la mayorí­a de áreas rurales en el mundo y las mujeres son casi siempre las únicas encargadas de la recolección de leña, que es usada para cocinar y otras necesidades básicas como calefacción, iluminación y para hervir el agua.

En el mundo entero, las mujeres, en las comunidades agrí­colas, hacen más que procesar los productos agrí­colas, y en muchos lugares son las responsables del planeamiento alimentario doméstico, del transporte y la venta, tanto como de la producción.

Finalmente, con raras excepciones, las mujeres son quienes preparan y cocinan los alimentos para sus familias.

REDES DE MUJERES

Sandra Morán, coordinadora del Sector de Mujeres, dijo que es necesario dignificar y «humanizar» el trabajo femenino, ya que actualmente ese sector se encuentra en franca desventaja con relación al trabajo que realizan los hombres.

Por su parte, Evelyn Morales, representante de Tierra Viva, manifestó que el tema como tal, se ve afectado por el patriarcado que desde hace muchos años afecta a las mujeres; en un informe de Vital Voices se señaló que Guatemala se encuentra en el puesto 101 de grandes violaciones a los derechos de las mujeres, porque no tienen los mismos derechos que los hombres y eso hace que sean desdibujadas por la sociedad».

«Las mujeres realizan trabajos en todos lados, han sabido desarrollarse en todo ámbito del trabajo formal e informal y eso habla muy bien de todas, pero como que no es bueno para los hombres, porque no solo implica que trabaje sino también vela por los hijos, hogar, esposo, responsabilidades como mujer, teniendo que trabar dobles o triples jornadas, y nos perjudica que estemos fuera de las tomas de decisiones del sector polí­tico.

«Esa es una problemática que las mujeres en el mundo han tenido; porque existe discriminación de género y que por el mismo trabajo no se valora o no es reconocido, como el trabajo doméstico», refiere Morán.

«Estamos visibilizando la problemática; hay que realizar campañas de sensibilización con acciones claras que eviten la discriminación que existe y la impunidad, que es una de las problemáticas más claras y difí­ciles del paí­s», puntualizó.