En la reunión del presidente Colom con el presidente Bush, el 28 de abril, se pidió al Gobierno de los Estados Unidos que concediera un estatus de protección temporal (TPS) para los guatemaltecos indocumentados que se encuentran en ese país. Se destacó que Guatemala es el único país centroamericano de alta migración para cuyos ciudadanos no ha habido ningún tipo de protección para permanecer en los Estados Unidos, pese a las calamidades y conflictos ocurridos.
El presidente Bush indicó que se analizaría la petición con gran cuidado y que la misma no era de descartarse sin proceder a un mayor análisis. Esta respuesta, si bien no ofrece ninguna garantía de que se concederá TPS, sí refleja el entendimiento de la Administración estadounidense, por primera vez, de las graves consecuencias que tienen en este momento la persecución y las deportaciones de guatemaltecos.
La gestión se hizo a petición de sectores de guatemaltecos indocumentados, que se encuentran desesperados ante la creciente persecución por parte de las autoridades migratorias de los Estados Unidos, como el triste caso de Iowa, y a solicitud de organizaciones guatemaltecas en el exterior. También a petición de las familias de los emigrantes, quienes soportan el peso local de las deportaciones.
El TPS es un estatus temporal de inmigración que se concede a nacionales de países designados. Se le puede brindar a extranjeros que estén en los Estados Unidos y que temporalmente no puedan regresar con seguridad a su país de origen debido a conflictos armados, un desastre ambiental u otras condiciones extraordinarias y temporales. Cuando un país ha sido designado para TPS, sus beneficiarios pueden permanecer en los Estados Unidos y pueden obtener permiso de trabajo.
El TPS no es un derecho exigible sino la concesión de un tratamiento especial del Gobierno de Estados Unidos. No obstante, al existir razones humanitarias sobradas en el caso guatemalteco, resulta justo y necesario concederlo. La protección la hemos necesitado en distintas oportunidades por conflictos y catástrofes sufridos. Es una deuda moral. Durante el conflicto armado de 30 años, no se contó con protección temporal en Estados Unidos. Tampoco con las catástrofes del Huracán Mitch en 1998 y el Huracán Stan en 2005. Ante el primero, con gran arrogancia el entonces presidente Arzú se abstuvo de solicitar TPS, mientras que tanto El Salvador como Honduras lo obtuvieron. Ante el segundo, el entonces presidente Berger sí lo solicitó; pero no fue concedido.
La solicitud actual se basa en las «condiciones extraordinarias y temporales» que hacen que el retorno a Guatemala no se pueda hacer con seguridad. Los emigrantes coincidimos con ese planteamiento y, con tal fin, estamos circulando una carta dirigida al presidente Bush, con firmas de organizaciones y personas guatemaltecas y de personas y organizaciones en solidaridad con el pueblo de Guatemala.
Hoy, pedimos a nuestros compatriotas en Guatemala y a amigos y amigas, dentro y fuera de Guatemala, que respalden esta iniciativa con su firma. Nadie garantiza que nuestra petición será atendida; pero es importante seguir insistiendo sobre la justicia del planteamiento, con miras a que nuestro caso sea resuelto favorablemente.