La obra pictórica de Henri de Toulouse Lautrec se inscribe en la vanguardia artística parisina de finales de la segunda mitad del siglo XIX y constituye tanto un eslabón estético en el desarrollo de la pintura occidental como también un ilustre referente del arte universal.
En efecto, Toulouse Lautrec se caracteriza por haber sido un pintor ante todo rebelde y, hasta cierto punto, fatídico. Sin embargo, el embrujo de la maldición no se refiere, estéticamente hablando, a su obra y al éxito de la misma ante el público culto o frente a la crítica especializada, sino más bien al estigma de la enfermedad que, desde temprana edad, marcó los pocos años de vida del artista. Debido a que Toulouse Lautrec murió extremadamente joven, con apenas 36 años en 1901.
PRIMEROS AÑOS
Toulouse Lautrec, quien nació en 1864 en el ceno de una familia de la nobleza francesa, desde muy temprana edad sufrió los estragos físicos -y psicológicos- causados por la antinatural e incestuosa actitud de sus padres quienes, no obstante ser primos en primer grado, se unieron en matrimonio. Las uniones entre familiares fue, durante mucho tiempo, una práctica constante de las dinastías y aristocracias europeas para mantener el control sobre los bienes y fortunas familiares.
Pero la endogamia, culto lector, tiene su precio. Y Toulouse Lautrec fue quien sufrió las consecuencias de dicha conducta incestuosa. Pues desde muy temprana edad, a partir de los diez años, empezó a padecer serios problemas de salud –genéticos– Huesos endebles, raquitismo y una forma de enanismo –con torso de adulto y piernas de niño-. El estigma de la enfermedad marcará la existencia total del pintor quien, no obstante, logrará producir belleza a partir de tanta invalidez física.
PARÍS
Desde muy joven, Toulouse Lautrec se sintió atraído por la pintura. Decide, entonces, ser artista. Pero, en ese entonces, su ciudad natal –Albi– no era un centro cultural importante. Por lo que decide mudarse a la Meca de la Cultura, a París. Y no es erróneo pensar que la atracción hacia la pintura no fue más que una forma de escape a sus males existenciales. Pues no está documentado que el joven Toulouse Lautrec poseyera –como Modigliani o Chagal– un don artístico particular.
Por lo que bien podría especularse que su inmersión en el arte se explica mejor a través de la imposibilidad física que tenía para realizar actividades comunes y corrientes a los chicos de su edad. Así, el mágico mundo de la pintura surgirá, pues, como una especie de panacea para mitigar los males físicos de un chico con ganas de vivir, pero encarcelado en la fragilidad de su cuerpo.
En París, con unos 17 años, Toulouse empieza, no solo a estudiar pintura, sino sobre todo, a descubrir el mundo y submundo bohemio típico de la escena artística parisina de la segunda mitad del siglo XIX. Se instala en el famoso –por sus cafés, prostíbulos y artistas– barrio de Montmatre. Ese mismo barrio que servía de refugio de filósofos, escritores y poetas. Históricamente Montmatre ha sido, también, el lugar preferido de muchos pintores famosos como Picasso, Chagal, Modigliani y tantos otros genios del arte y la cultura occidental. Esos mismos que hoy, por su grandeza, hacen parte del patrimonio cultural de la humanidad. En París el joven artista estudió durante unos cinco años y poco a poco forjó su camino como pintor en el ámbito de la escena artística.
LA BOHEMIA
Lautrec enfrentó el rechazo –por su deformidad física– de la gente fina de su clase, la aristocracia culta de salones literarios, restaurantes de lujo y exposiciones del estatus quo parisino. Por lo que el París nocturno fue su nueva residencia. Desde muy joven empieza a llevar una vida de entera bohemia en los bares, salones de baile y prostíbulos de la Ciudad Luz. Hace amistad con Vincen Van Gogh y juntos beben, transnochan y pintan cada uno a su manera.
El desmesurado consumo de alcohol será una constante en la corta vida de Toulouse Lautrec. En efecto, el alcoholismo se convertirá en otra enfermedad que contribuirá a dañar más su ya endeble estado físico y, lógicamente, mental. Y no es sorpresa que el alcoholismo tenga mucho que ver con las miradas, comentarios y burlas que la gente profería ante su cuerpo asimétrico. No es ninguna novedad que, para algunos, el alcohol resulta ser un efectivo elixir que apacigua el dolor del alma torturada por alguna circunstancia trágica del existir.
Por aparte, es posible afirmar que fue un pintor que, a diferencia de otros genios del arte occidental, no mostró sus cualidades artísticas desde muy pequeño, sino hasta ya bien entrada la pubertad. De hecho, Toulouse empezó sus estudios de pintura con 14 años los que, rápidamente, fueron perturbados por su mala salud y la que, lamentablemente, será una constante en la vida de este pintor francés.
Para el estudioso de la pintura del siglo XIX, la figura de Toulouse Lautrec se presenta como un personaje trágico. O sea, un artista marcado por el estigma del dolor. Debido a que la vida de Toulouse Lautrec fue relativamente corta.
OBRA
Primeramente, consideramos acertado afirmar que el conjunto de la obra artística de Toulouse hace parte integral del movimiento vanguardista del arte de mediados de la segunda mitad del siglo XIX. Dicha corriente artística fue iniciada por los pintores del Impresionismo. Y esto se refiere, en particular, a un momento en el que lo nuevo y contradictorio son los elementos que caracterizan a la obra de arte. La obra artística de Toulouse Lautrec está profundamente delineada por el deseo del artista de escudriñar y representar a los personajes del bajo mundo de la sociedad francesa en general y parisina en particular.
En efecto, el artista buscó su inspiración artística tanto en burdeles, bares y cafés, como con las prostitutas, bailarinas y comediantes. En este mundo de noctambulismo y mercado del placer el artista escudriñará el significado y sentido de la existencia humana, pero también ese de la espiritualidad artística. Aquí comprobará y se mofará de la doble moral de la gente de su clase. Esos mismos individuos quienes por las noches disfrutaban de lo que durante el día criticaban.
Por ello es que, algunas veces, la reproducción de ciertos personajes de la alta sociedad parisina, no fue para exaltar, sino más bien todo lo contrario. Eso fue, ante todo, un acto de denuncia. Una crítica a la hipocresía de esas buenas gentes que condenan actitudes y modos de vida que ellos mismos, secretamente, disfrutaban.
LO FORMAL
De tal manera, la obra de Toulouse, que se inspira del Impresionismo y particularmente de Edgar Degas, pertenece a la corriente artística llamada Postimpresionismo. Particularmente, debido a que en sus obras hay un marcado cuestionamiento de ciertos fundamentos teóricos del Impresionismo –como la sobresaliente experimentación o exaltación de los tonos de luz, el evidente reflejo del paso del tiempo en el objeto reflejado en el lienzo, pero también el paisajismo.
Ciertamente, Lautrec ya no pintará –como sus predecesores impresionistas– paisajes u objetos naturales. Y esto es un hecho que vale la pena subrayar. Debido a que rechaza de manera radical la tradición de pintar paisajes. Su obsesión estética se centra en la figura humana. La femenina en particular. El cuerpo femenino, es el paradigma en el que los colores y pinceladas desvelan los misterios de sus personajes. La obra de tipo paisajista es relativamente insignificante. Pero cuando la hay, el paisaje es únicamente un trasfondo –impreciso– de la figura humana que es la que ocupa el centro de la obra.
Toulouse Lautrec tampoco se interesó mucho en los paradigmas de la luz y sus tonos. Y rechaza, sobre todo, el lema Impresionista de pintar en plein air (afuera, a la luz del sol). Él nunca pintará o dibujará en la calle o en el campo y casi nunca en su taller. El artista no pertenece más a la calle, sino al placentero ambiente del burdel y salón de baile. Ahí, entre prostitutas, alcohol y fiesta, está el lugar idóneo de trabajo y creación del artista. Dibujar, pintar y trazar borradores en los cafés, bares y tabernas ha sido parte del estilo tradicional de los artistas bohemios de París.
Así se explica que muchos de los personajes de los lienzos, dibujos, carteles y litografías de Toulouse Lautrec eran damas y personajes famosos de la vida nocturna de su tiempo. El universo del prostíbulo, la prostitución, el baile, el placer de la fiesta, el baile, el espectáculo y los comediantes son los objetos estéticos que predominan y sobresalen en la obra de Toulouse Lautrec. Todavía hoy los poetas y organilleros de Montmatre cuentan que cuando murió Toulouse Lautrec muchas damas de la noche guardaron duelo durante 3 días.
Finalmente bien podemos afirmar que la obra de Toulouse Lautrec es del todo mundana y un bello reflejo de una época jobial, llena de cultura, explendor artístico y, sobre todo, un estrepitoso sentimiento por la vida.