Todo por un autógrafo del padre de Mafalda


El famoso caricaturista argentino Joaquin Salvador Lavado (Quino) posa para una foto durante una comferencia de prensa en México. Foto AFP Ronaldo Schemidt

Tras décadas de ser venerado por sus lectores, Joaquí­n Lavado «Quino», dice no entender el afán de pedirle autógrafos, pero aún así­ participó en Guadalajara (oeste de México) en una improvisada competencia por su firma entre cientos de fanáticos de Mafalda, su más famoso personaje.


«Les aclaro que no voy a dar aquí­ autógrafos», dijo Quino apenas empezada la presentación de su libro «Mafalda inédita» en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, la más importante en lengua hispana.

Tras la advertencia, silencio absoluto en la sala, rostros de desilusión, molestia incluso, entre los más de 500 «Mafaldo-adictos», desde niños hasta gente madura pasando por una multitud de adolescentes, que abarrotaron un salón de la FIL para poder ver de cerca al «padre» de la nena argentina.

Pero Quino supo con su humor, acompañado una dosis de timidez y modestia, distender la situación para lanzarse en una larga explicación de que no entiende de qué puede servir un autógrafo suyo.

«Yo dibujo para todos (…) y hago una firma exactamente igual a la que aparece impresa en el libro», dijo.

José Ignacio Sólorzano «Gis», el caricaturista mexicano que condujo la charla con Quino, propuso entonces una competencia: que el público explicara al humorista argentino, «el chamán (brujo) de la tribu monera», como lo describió el mexicano, por qué querí­a su autógrafo y el más convicente se lo llevaba.

«Hace 20 años te pedí­ un autógrafo y casi pierdo a una amiga que perdió esa tira cómica», le gritó una mujer de unos 50 años desde el fondo del pasillo para así­ arrancar la competencia en la que se escucharon las voces, unos a gritos, otros con micrófonos, de una docena de seguidores del personaje que Quino dejó de dibujar en 1973.

Los más pequeños que se lanzaron al concurso fueron dos hermanos de 10 y nueve años de edad, Toño y Miguel Torres, que en varias ocasiones se hicieron del micrófono o directamente le gritaban con su aguda y potente voz.

«Serí­a para presumir con mis compas (amigos), pa» que cuando les dijera «estuve con Quino», y ellos me dijeran «no te creo, no es cierto», yo les enseñarí­a tu autógrafo», exclamó Toño mientras el público lo aclamaba por su gracia.

Quino también participaba en la contienda, se esforzaba en convencer al respetable de que su firma no serví­a de nada: «A mi me gustan los Beatles, me pasé varias veces por Londres y jamás se me ocurrió pedirles un autógrafo porque a mi lo que me gusta es su música, no necesito su firma».

Otra joven estudiante, Rosseli, de 19 años, describió su afición por Mafalda como una enfermedad contagiosa: «El gusto por Mafalda me lo pasó mi mamá, y se me expandió en mi como varicela y luego se lo contagié a mi hermana».

Hubo otro que, sin tapujos, reconoció que un libro autografiado por Quino «bien podrí­a venderlo en 20 años», mientras que Nicanor, un venezolano, tomó el micrófono para simplemente agradecerle tantos años de genialidad.

Los asistentes premiaban con aplausos y carcajadas las intervenciones de los entusiastas Mafaldo-adictos que vencí­an la vergí¼enza de hablar en público y el palmarés fue finalmente para una joven de 14 años, llamada Marí­a Fernanda.

«Desde que tengo nueve años leo a Mafalda. De chiquita le pedí­a diario un peso a mi mamá para ahorrar y poder viajar a Argentina y verte. Por favor, dame un autógrafo, no se lo pido a cualquiera, te juro que si me encuentro con (el presidente mexicano) Felipe Calderón no se lo pedirí­a, pero a ti sí­», dijo.

Los aplausos, además del último argumento de Marí­a Fernanda de que conocerlo era «ver cumplido un sueño» y que cuando tenga 60 años «le enseñaré a todos tu autógrafo», convenció a Quino, que estampó su firma en un libro de páginas gastadas y amarillentas, testigo de que pese a que Mafalda se despidió hace 35 años, sigue despertando adicciones.

«Quédense tranquilos que seguiré dando autógrafos», dijo Quino, que, en efecto, más tarde firmó en la FIL los libros de cientos de fanáticos

ACTUALIZACIONES Obama y tomates


A una Mafalda del siglo XXI le preocuparí­an el exceso de esperanzas puestas en Barack Obama, el presidente electo de Estados Unidos, y el sabor extraño que ahora tienen los tomates, reveló este sábado su creador, Joaquí­n Salvador Lavado «Quino».

«Mafalda ahora estarí­a preocupada de ver todas las expectativas que ha puesto todo el planeta en lo que va hacer este pobre hombre. Es como si Obama fuera el Mesí­as», dijo el caricaturista argentino ante cientos de admiradores reunidos en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (oeste).

Otra de las grandes reflexiones que hoy harí­a «la nena que protestaba de todo pero que en el fondo era una pesimista», tiene que ver con el sabor de los tomates.

«A Mafalda le preocuparí­a también que los tomates no sepan a tomate (…) Aquí­ en México o en Marruecos todaví­a se pueden encontrar auténticos tomates pero es muy difí­cil», añadió.

En una charla amena y plagada de risas en el auditorio de la feria, el caricaturista explicó que dejó de dibujar a Mafalda «justo cuando perdí­a las ilusiones» y que ve a la nena como un dibujo y no más.

«Para desilusión de muchos, para mí­ Mafalda es un dibujo no una persona. No creció, se quedó chiquita», comentó.

Quino se encuentra en Guadalajara en el marco de la Feria Internacional del Libro, la más importante en lengua hispana, para presentar «Mafalda inédita», obra que reúne 42 tiras nunca recopiladas en un libro.