A cinco días de las elecciones los ciudadanos ya no podemos esperar más de lo que hemos recibido como información durante la intensa campaña electoral que está en sus últimos momentos. Siendo predecible que hay un alto número de indecisos, uno pensaría que los candidatos buscarán atraerlos para su causa con sus últimos mensajes, los de cierre de campaña, pero la verdad monda y lironda es que no se pueden esperar sorpresas porque durante los últimos meses dijeron ya todo lo que tenían que decir y a los ciudadanos nos toca tomar decisiones con base en esa información disponible.
Pocas veces como ahora hemos atestiguado una campaña como la actual, tan plagada de ataques y golpes bajos, no sólo verbales sino que hasta de violencia física y tal vez por todo ello ha aumentado el contingente de personas que no se sienten inclinadas a apoyar ninguna de las opciones y eso significa que el riesgo de un alto abstencionismo o de una cantidad inusitada de votos nulos o en blanco, pueda materializarse como consecuencia del hastío de un electorado que no encuentra respuesta a sus inquietudes y necesidades.
Insistimos en que los políticos tienen que reflexionar sobre su actitud frente a los electores porque no podemos seguir destruyendo el sistema con reiterados procesos en los que se arrincona a la población a tener que escoger entre el menos malo de los aspirantes, como de manera tan clara y categórica han dicho muchos comentaristas al analizar esta contienda y al reflexionar sobre las intenciones de voto.
Contra lo que piensan algunos, creemos que el voto nulo, en blanco o la simple abstención son una manifestación de voluntad política que tiene que ser tomada en cuenta porque, para bien o para mal, representa la opción de quienes se sienten insatisfechos con la oferta electoral y cada vez parece ir en aumento el número de personas que van perdiendo el encanto por la democracia representativa por la ausencia de planteamientos con la suficiente profundidad como para vislumbrar un gobierno que se proyecte en las transformaciones profundas que requiere nuestra sociedad.
A estas alturas posiblemente lo único que falte por decir es el ataque y la campaña negra final que, tomando en consideración las vísperas, puede venir con enorme carga. Ojalá que los candidatos desistan de recurrir a esos métodos y que sus seguidores entiendan el daño que esa oleada de suciedad le ha hecho al proceso y a la confianza ciudadana en el régimen de los partidos políticos. Tanto en cuanto a propuesta seria como en cuanto a campaña negra, insultos y golpes bajos, esta campaña ya nos ha ofrecido todo lo que podía ofrecer y es tiempo de que nos dejen reflexionar en paz para la decisión final.