Podría parecer que los que tenemos vocación para escribir columnas de opinión por los medios de comunicación, cuando censuramos o criticamos acremente a tantos que llegan a servirse indebidamente de los cargos públicos, lo hacemos por parejo sin ninguna excepción. Por ejemplo, muchas veces podremos decir que todos los diputados son inútiles o incapaces cuando lo más prudente sería aseverar que la gran mayoría sí lo son.
Digo lo anterior, porque me causó mucho orgullo y satisfacción ser amigo desde la infancia del ahora Magistrado Suplente del Tribunal Supremo Electoral, licenciado José Rodolfo Pérez Lara, quien oportuna y acertadamente publicó en Campo Pagado media página en elPeriódico del 14 de julio de 2009, su oposición por el mal proceder de los magistrados titulares cuando con desfachatez se autorrecetaron un bono conmemorativo, a pesar de contar con sólo cuatro meses de estar laborando en dicha entidad.
Como orgulloso chapín que soy, también quisiera saber de una o mil aclaraciones de tantos más funcionarios o empleados públicos para puntualizar tan dignamente como lo acaba de hacer el amigo «Potoyo». Entre otros, los vistas de aduana puntualizando por qué no son deshonestos; los policías que no son mordelones; los «dignatarios» porque son incapaces de terminar con las ventajas de celulares, computadoras o de viáticos, en fin, qué no diera yo por comprobar que los niveles de dignidad de aquellos que ocupan cargos públicos se elevaran a niveles jamás vistos. Tal pareciera que los términos de dignidad y vergí¼enza hayan ido desapareciendo del diccionario que mentalmente llevamos todos los humanos. Y es que reconocer un aumento, prestación o bonificación por méritos y buen desempeño, ahora se toma con la decisión unilateral y antojadiza que cada quien puede disponer. Antes, era causa de vergí¼enza cometer faltas, una acción deshonrosa o humillante. Ahora, un ex funcionario público puede irse tranquilamente del país con las valijas repletas de dinero tomado de fondos públicos sin rubor alguno y encima de ello, convocar a una conferencia de prensa para hacer gala de su honorabilidad y honradez en el cargo desempeñado. ¡Hombre! ¿Es que no existen todavía funcionarios públicos que calificándose de honestos, enfáticamente se niegan a exhibir los archivos y la contabilidad de las entidades que manejan?
Otra cosa más relevante, es que para escribir o hablar desde afuera haciendo señalamientos puntuales de falta de ética u honradez, indudablemente se requiere de valor y arrojo pero hacerlo, desde adentro de las entidades objeto de la censura, es cosa mucho más riesgosa como saludable, por lo que resulta más encomiable el gesto del Lic. Pérez Lara. Por otro lado, ¿cuántas veces no hemos señalado a los diputados de ser inoperantes o ineficaces? Pero lo que acabamos de apreciar cuando la diputada Nineth Montenegro planteó sin ambages la solicitud de decretar inconstitucional la ley que impide fiscalizar los tan mentados fideicomisos por ser fuente de desorden, corrupción y contubernios que la casta política se inventó para manipular muchos miles de millones de quetzales, también resulta puntual para recordar que toda regla tiene su excepción.