En el Diario La Hora del 24 de abril se publicó un artículo en el que la señora Vicepresidenta de la República de Guatemala expresa que “la reforma a los partidos políticos, hay que hacerla” para luego referirse a que se deben estudiar los cambios a la Constitución en el tema de cómo se maneja el Estado que en este momento ha fallado.
En el mismo artículo se menciona que el señor presidente, General Otto Pérez Molina, dijo que las reformas constitucionales que se impulsen de parte de su gobierno, estarían enfocadas a recoger el espíritu de los Acuerdos de Paz, de los cuales fue signatario, para revitalizarlos.
Preocupa ver que funcionarios del gobierno insistan en las reformas constitucionales, como la panacea para la solución de todos los problemas sin darse cuenta de que la razón por la cual el Estado ha fallado es por las constantes violaciones a la Constitución Política de la República de Guatemala y por su falta de aplicación.
La elevada burocracia, las constantes transferencias presupuestarias, el manejo de los fondos del Estado por medio de fideicomisos, las compras fuera de licitación, el ocultamiento de actos de gobierno son actos inconstitucionales. Si se cumpliera con lo preceptuado por nuestra Constitución el manejo de la cosa pública sería transparente y eficiente.
Por otra parte es indispensable mantener el principio de la supremacía constitucional. ¿Cómo se puede pensar en que es necesario reformar la Constitución para “recoger el espíritu de los acuerdos de paz”? Con todo respeto, revaluemos nuestros pensamientos, recapacitemos, retomemos nuestros principios, no perdamos el norte, recordemos que la Constitución Política de la República de Guatemala es el alma jurídica del país, constituye la cúspide y centro de nuestro ordenamiento jurídico, razón por la cual no puede ni debe “recoger” el espíritu de nada ni de nadie. Al contrario, los llamados acuerdos de paz debieron de ser elaborados dentro de los lineamientos, las normas y en especial de acuerdo con los valores de la Constitución Política de la República de Guatemala.
Corresponde a los acuerdos de paz “recoger” el espíritu de la Constitución Política de la República de Guatemala. No puede ser de otra forma y, si llegase a existir cualquier discrepancia entre la Constitución Política de la República de Guatemala y lo dispuesto por los acuerdos de paz, deberá prevalecer lo establecido en nuestra Constitución. Lo que es más, desde el instante en que los acuerdos de paz propusieron enmiendas constitucionales fuera del procedimiento constitucional se convirtieron en un documento inconstitucional ajeno y contrario al ordenamiento jurídico de nuestra nación.
No obstante por la franca ilegalidad de los acuerdos de paz la población guatemalteca fue convocada a consulta popular el 16 de mayo de 1999 y en ese histórico día el pueblo soberano de Guatemala dijo NO a las reformas constitucionales propuestas con lo que agregó a los artículos no reformables de la Constitución Política de la República aquellos que fueron objeto del rechazo de la Consulta Popular.
Apliquemos la Constitución Política de la República de Guatemala en su totalidad, sin buscarle interpretaciones antojadizas. Revisemos la ley electoral y como expresa la señora Vicepresidenta en especial las reformas a los partidos políticos, que deben retomar el prestigio y la representatividad que han perdido. Revisemos las leyes tributarias haciendo énfasis más en congelar los gastos que en crear más impuestos. Concentrémonos en la transparencia. Limitemos el tamaño del Estado. Mantengámonos informados de lo que necesita la población y tratemos de concentrar la administración pública en tres o cuatro prioridades fundamentales para la población.
Solo me resta recordarles a todos los funcionarios recién electos y nombrados que sus primeras palabras en sus cargos fueron “Juro defender la Constitución Política de la República de Guatemala, cumplirla y hacer que se cumpla”.
Hagan realidad su juramento.