Tiro por la culata


Editorial_LH

El sistema de escuchas telefónicas de Estados Unidos ha expuesto a jefes de Estado de distintos países del mundo a perder su privacidad y a que sus conversaciones sean escuchadas por las agencias de espionaje, lo que ha provocado reacciones de malestar entre gobernantes como Angela Merkel y Dilma Roussef, entre otros, por el hecho de que lo que hablan por sus celulares esté siendo objeto de escrutinio por Washington, con todo y que puedan ser países aliados que no representan ningún riesgo para la seguridad norteamericana.


Pues bien, esa deleznable práctica que ha causado tanto malestar en el mundo, disparó un tiro por la culata a Estados Unidos en la figura de la subsecretaria de Estado para asuntos de Europa, Victorial Nuland, quien conversando cándidamente por la vía telefónica con el embajador norteamericano en Ucrania, Geoffrey Piatt, no sólo destapó el juego de cómo están involucrados con la oposición para provocar el cambio de gobierno, sino que de paso expuso su criterio sobre la Unión Europea, utilizando una mala palabra para mandarlos a freír niguas.
 
Es indudable que el espionaje ha existido desde que el mundo es mundo y desde que hay competencias, sean de poder o económicas, entre los seres humanos que siempre tratan de enterarse de los planes del adversario o competidor para ir adelante. Pero no deja de ser una manifestación de doble moral que ahora se critique la divulgación de la escucha telefónica porque se trata de una reiteración de lo que día a día hacen las agencias de espionaje de Estados Unidos y no únicamente sobre asuntos de Estado, sino también en temas privados de ciudadanos de todo el mundo.
 
Inaudita candidez de una altísima funcionaria del Departamento de Estado, enterada como está del nivel de tecnología que permite controlar prácticamente todas las comunicaciones mundiales, al hablar libremente por un teléfono no cifrado sobre acciones de política que implican compromisos con enemigos de un gobierno con el que se mantienen relaciones diplomáticas. No hizo falta siquiera usar esos sofisticados métodos de espionaje para saber que la encargada de las relaciones con Europa manda a que se “joda” la Unión Europea, elemento central de lo que tienen que ser sus desvelos e intereses por la función que desempeña.
 
Un poco de su propia medicina, se solía decir cuando a alguien le ocurría precisamente el daño que causaba a otros. Pues ahora el espía por excelencia, la potencia que dispone de capacidad para escuchar toda conversación telefónica, queda expuesta por una cándida y torpe comunicación.

Minutero:
Que se joda la Unión Europea 
es una expresión más que fea, 
parte de una conversación 
sobre cómo va la conspiración