Han pasado más dos años desde que Tiger Woods estrelló su auto en Florida, provocando una vorágine de sórdidas revelaciones que destruyeron su matrimonio y arruinaron su juego.
Para el mundo del golf, la caída en desgracia de su máxima luminaria fue un golpe duro por más que el deporte se ha globalizado como nunca y han surgido jóvenes irreverentes como Rory McIlroy y Rickie Fowler.
Woods, sin embargo, no quiere pasar al olvido, y 2011 se despide con indicios de que puede recuperar el nivel que le llevó a ganar 14 títulos de Grand Slam.
Si bien en un torneo del cual es el anfitrión, en la parte del año menos exigente, el título ganado en Thousand Backs sirve para recordarle al mundo que no se debe dejar a Woods a un lado.
Y a decir de los vítores y el interés que despertó en sus últimas actuaciones, es obvio que la afición lo quiere ver de vuelta en la cúspide.
Woods tocó fondo al caer al puesto 58 del ránking mundial a mediados en noviembre, pero cierra la temporada situado como el 21 y con buenas sensaciones con su putt.
También en noviembre consiguió el punto decisivo para que Estados Unidos conquistara la Copa Presidentes.
«Quizás dentro de 10 años nos vamos a olvidar de lo que fueron estos últimos dos años», dijo su colega Paul Casey.
¿Por qué no? Después de todo tiene 35 años y necesita cuatro títulos más para alcanzar el récord de 18 en manos de Jack Nicklaus.
El nuevo Tiger es más prudente, modesto. Pero es obvio que la estirpe de campeón sigue ahí. Aún sabe triunfar.
«No es fácil ganar torneos», señaló Woods tras conseguir el número 83 de su carrera. «La gente no sabe lo difícil que es ganar un torneo de golf. Me han tocado rachas en la que he ganado torneos en forma consecutiva … pero no lo doy por descontado. Sé lo difícil que es».
En lo que Woods estuvo borrado del mapa, la cima de la clasificación ha sido ocupada por el alemán Martin Kaymer y los ingleses Lee Westwood y Luke Donald.
De los tres, Kaymer es el único que ganado un Grand Slam. Donald es simplemente un modelo de regularidad, un jugador que casi no falla los cortes, casi siempre entreverándose entre los 10 primeros en los torneos y que este año hizo historia ganando la lista de ganancias tanto en el tour de la PGA estadounidense como la europea, algo sin antecedentes.
Alguien que hizo ruido fue el novato Jhonattan Vegas, cuya victoria en el Bob Hope Classic le permitió convertirse en el primer venezolano en ganar un torneo de la PGA.
Las grandes citas están para cualquiera: las últimas siete han tenido primerizos.
Más llamativo ha sido la aparición de un puñado de nuevas estrellas, con el norirlandés McIlroy (22 años) y los estadounidenses Keegan Bradley (25) y Fowler (22) como las más fulgurantes.
—McIlroy figura segundo en el ranking tras un año en el que irrumpió con la conquista del Abierto de Estados Unidos. Un notable desempeño después que dos meses antes protagonizó un calamitoso derrumbe en el Masters de Augusta, donde dejó escapar una ventaja de cuatro golpes al cerrar con una tarjeta de 80 en la última ronda y sirviéndole la victoria al sudafricano Charl Schwartzel. Es un jugador impetuoso y carismático. Y también dio que hablar por ser el novio de Caroline Wozniacki, la número uno del tenis femenino.
—Bradley salió de la nada para ganar el Campeonato de la PGA, apenas el tercer hombre en la historia que gana un Slam en su primer intento.
—Fowler fue el Novato del Año en 2010, venciendo polémicamente a McIlroy. Acaba de ganar su primer título profesional al conquistar en octubre el Abierto de Corea.
Fue un año de acento británico, en el que el norirlandés Darren Clarke se adjudicó el Abierto Británico.