¿Tiene sed?, ¿quiere un su caldo?, ¿quiere un vaso de agua?


Karl Marx (ustedes ya saben), en su obra El Kapital, enunció una interesante teorí­a sobre el valor de las cosas y puso como ejemplo el caso de una persona que pasa varios dí­as en el desierto y al final se está muriendo (literalmente) por un vaso de agua. Marx dice que si este hombre encuentra dos opciones: o recibir una gran cantidad de riqueza (joyas, dinero, etc.) o el vaso de agua, indudablemente escogerá el vaso de agua que le puede salvar la vida, lo que implica que en un momento y circunstancia determinada un caso sin aparente valor, resulta teniendo un valor inestimable.

Héctor Luna Troccoli

Don Karl emitió su teorí­a sobre bases económicas, ya que en ese tiempo, a finales del siglo XIX, no existí­a aún la preocupación por la ecologí­a, el medio ambiente y el futuro de la humanidad porque los seres humanos, ¡tan civilizados! hasta ahora, a pasos agigantados, nos estamos destruyendo; todo con la ayuda generosa y bondadosa de funcionarios corruptos del Gobierno, empresas transnacionales, fábricas u hoteles de los de pisto que lanzan desechos a rí­os y lagos, narcotraficantes y, lamentablemente, los que por necesidad e ignorancia botan a machetazos los bosques, los queman, para sembrar maí­z y con eso secan rí­os y sus nacimientos, dejan de producirse lluvias, y el agua, ese elemento mas valioso que el oro que extrae la Mina Montana para que sea convertido en joyas que lucirán los ricos del mundo, incluyendo Guatemala, se está agotando.

Está probado cientí­ficamente que una persona puede pasar más tiempo viva bebiendo sólo agua que comiendo sólo alimentos, vean ustedes nada más.

El agua pues, para cualquiera que tiene dos dedos de frente, es imprescindible para el ser humano, ya no digamos para bañarse, porque shucos nos podemos aguantar mutuamente, sino para preparar la leche  del bebé, la sopa del don y los patojos, para lavar la ropa, para beberla… (del fresco ni hablemos porque se necesita azúcar y los supermultimillonarios azucareros con sus choleros de siempre  (aló el Ministro de Economí­a) ya le subieron un 50% al producto, haciéndose pasar como héroes por la falta de abastecimiento que ellos causaron, fuera de ser de los mayores contaminantes de la naturaleza al quemar los cañaverales cuando termina la cosecha.

Pero dejemos el «vital lí­quido» por un lado. Recuerden que los que nos dan el oxí­geno que necesitamos para vivir,  son los árboles, y la flora en general, salvo a los empleados de Tu Muni, que según afirman en la propaganda de ese reino, ellos sólo necesitan una autorización de su emperador para poder respirar. ¡Dichosotes!

Debemos también tomar en cuenta que el oxí­geno y el agua no sólo la necesitamos los animales… racionales, sino también los irracionales. Es decir, el toro, la vaca, el coche, la gallina, el gallo, el pato, etcétera que nos sirven de alimento, al igual que sus productos, y para terminarla de fregar, las plantas (como los sabrosos bledos antigí¼eños), necesitan del agua para poder degustarlos en una deliciosa tortilla. Todos estos elementos están en peligro de extinción al igual que nosotros y lo peor de todo es que los responsables de esta tragedia siguen destruyendo el medio ambiente sin importarles que estamos cavando nuestra propia tumba.

Como una burla a todos los que estamos preocupados por lo que sucede (vea usted los cambios del clima), desde Presidentes, ministros y «responsables» del medio ambiente, incluyendo organizaciones no gubernamentales, se mantienen en reuniones permanentes en paradisí­acos lugares buscando una solución al problema cuando esto sólo se encuentra en nuestras propias manos, enseñando, educando, orientando y guiando a los demás y que los lí­deres con poder de decisión hagan efectivamente algo (leyes severas y su dura aplicación), para evitar esto y no como en esta nuestra sufrida patria, en donde un pseudoministro de energí­a y minas lucha y logra prorrogar por 15 años un contrato de exploración y explotación de petróleo en las pocas zonas boscosas del paí­s y un ministro de medio ambiente emite declaraciones y se encuentra de adorno, cuando, por su calidad profesional ya debí­a haber renunciado y denunciado a los funcionarios  y gente cercana que está cometiendo delitos de lesa patria contra la naturaleza que nos da la vida.

Por eso, a los irresponsables que destruyen el medio ambiente hay que darles agua… pero de la otra.