Daniela Schwank
Por lo general, el artista es consecuencia de las coyunturas sociales e históricas de las que surge. Asimismo, es portador del bagaje intelectual de su patria y es continuación de los intelectuales que lo precedieron. Tomando éstas premisas como punto de partida, diremos que la Generación del 40 surge en Guatemala de una coyuntura muy especial y particularmente complicada. Desde el punto de vista político, la situación era desesperante. El país era gobernado por el dictador Jorge Ubico, un cruel enemigo de sus opositores que parecía tener ojos y oídos en todos lados. La censura artística era asfixiante; la libertad de expresión inexistente. De esta cuenta, la Revolución del 44 abrió lo mismo una posibilidad hacia la democracia como la furia de los Estados Unidos y la United Fruit Company. La contrarrevolución puso fin a los «diez años de primavera en el país de la eterna dictadura»» como diría Cardoza, mientras el mundo se debatía en una Segunda Guerra Mundial.
Sin duda alguna eran tiempos demasiado
conflictivos para un pequeño país como Guatemala.
Desde el punto de vista cultural los jóvenes artistas de la época eran depositarios de la Generación del 20. Representaba todo un desafío desligarse intelectualmente de personalidades como Miguel íngel Asturias o Carlos Mérida, pertenecientes a ésa generación que ahondó en lo autóctono buscando encontrar una identidad nacional. El peso de éstos gigantes simplemente era demasiado difícil de llevar, no digamos ya de intentar superar.
La Generación del 40
La Generación del 40 surge entonces así, rodeada de acontecimientos políticos y desafíos intelectuales. Muchos de sus integrantes comenzaron la aventura artística desafiando el poder de Jorge Ubico, lo que les acarreó no pocas persecuciones y los primeros exilios. Se agruparon primero en la Asociación de Escritores Jóvenes. A pesar del nombre, dentro de los 40 integrantes se encontraban también pintores, músicos y escultores. El escritor Guillermo Noriega recuerda: «Cada ocho días nos reuníamos en distintos lugares, uno de ellos era una casa que estaba en donde ahora se encuentra el Colegio Belga, de donde nos sacaron por no poder pagar el alquiler. De ahí nos pasamos a una academia de mecanografía en la 5ª avenida y después a la Sociedad de Auxilios Mutuos. A las sesiones llegaban también personas que se hacían pasar por miembros de la asociación pero que eran espías del General Ubico».
Las primeras publicaciones de la Asociación se hicieron por medio de César Brañas y Joaquín Méndez. Noriega recuerda: «La asociación publicaba una página cada jueves en el periódico El Imparcial. Por un malentendido nos peleamos con el periódico, por lo que publicamos la Revista Acento, dirigida por Otto Raúl González, Tito Monterroso
y Manuel Eduardo Fajardo, miembros de la asociación. Era una revista mensual de la cual salieron 12 números».
El grupo comenzó a desintegrarse con los primeros exilios que produjeron la persecución política de Ponce Vaides y terminó de desintegrarse con el derrocamiento de írbenz. Sin embargo, el tiempo que estuvo unida, la Generación del 40 produjo el distanciamiento necesario de las estéticas de las generaciones anteriores y participó activamente en los acontecimientos políticos y sociales de su época.
Dentro de sus miembros cabe mencionar a Otto Raúl González, Augusto Monterroso, Carlos Illescas, Raúl Leiva, Rafael Sosa, Dagoberto Vásquez, Guillermo Grajeda Mena, Manolo Herrarte, Jorge Ibarra, Carlos Ciudad Real y Guillermo Noriega.
El caso «Nituba» Noriega
Guillermo Noriega Morales nació el 16 de diciembre de 1917 en el barrio de Jocotenango de la Ciudad de Guatemala, en tiempos de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera. Economista de profesión, participó activamente en los movimientos sociales que llevaron a la renuncia de Jorge Ubico, siendo signatario del «Memorial de los 311» y miembro de la generación de artistas denominado Generación del 40.
Amante sincero y profundo de las letras desde su niñez como él mismo lo refiere: «A la hora de comer, siempre era un pleito con mi mamá, porque me regañaba que no comía por tener el libro a la par». í‰ste interés por los libros, no del todo extraño en los niños de la época, se vio magnificado con «El judío errante», una novela que según Noriega lo apartó de la religión pero lo acercó más a la literatura.
Sus primeros pasos como escritor los dio a los 24 años al comenzar a frecuentar, junto a su entrañable amigo Augusto Monterroso, el grupo que mas tarde sería conocido como la Generación del 40, denominada así por ser 40 sus miembros y por haberse formado en 1940.
Sus lugares de reunión siempre fueron cambiantes, desde una casa alquilada hasta el bar «El Portal», sin embargo, la bohemia tradición de leer y discutir diferentes estéticas al calor de los espíritus etílicos siempre fueron una constante.
Su primera publicación se produjo en el diario «El Imparcial», en donde le era cedido una columna semanal al grupo. «Mi primer cuento publicado fue «Angustia Verde» y en 1941 publiqué «Nituba» de allí gané el sobrenombre «Nit» por el cual me llamaban mis amigos del grupo».
Desde 1942 hasta el 20 de octubre de 1944 el grupo publicó la revista «Acento» al tiempo que participa en los movimientos políticos de la época. Como consecuencia de los acontecimientos publicaron un periódico político contrario al gobierno de Ponce Vaides. Guillermo Noriega recuerda muy bien el incidente que ésta publicación produjo: «Era obligatorio registrarlo en la Oficina de Correo de Segundo Grado. Como director apareció Francisco Catalán, y como dirección dónde se publicaba, aparecía la casa de Tito Monterroso; esto fue un gran error, ya que los fueron a traer y los llevaron a la Policía Nacional, con el famoso sicario Bernabé Linares. En un descuido que tuvo el superior, se escaparon, tomaron un taxi y se fueron a la Embajada de México, en dónde pidieron asilo político».
Noriega también participó en la «Casa de la Cultura», invitado por su amigo Luis Cardoza y Aragón. «Teníamos revistas, una biblioteca, música, todos los días había más de alguna actividad. A las 6:00 p.m. nos juntábamos a tertuliar». Dentro de los recuerdos que guarda de ésa época destacan su encuentro con Pablo Neruda al ser encomendado por Cardoza para llevarle una carta así como la visita que hizo al lugar Hilda Gadea, esposa de Ernesto «Che» Guevara. Noriega lamenta no haber podido conocer al «Che» mismo, quien permaneció en la Casa de la Cultura durante su recorrido por América. Su amistad con Cardoza y Aragón lo llevaron también a participar del consejo editorial de la Revista de Guatemala.
Las últimas publicaciones de Guillermo Noriega se produjeron en ediciones privadas, siendo éstas «Cuentos de cuentos chapines», «Lunik 33 (y otros cuentos)» y «Luis Cardoza y Aragón y La Revista de Guatemala». También publicó cuentos cortos en la última década del siglo pasado en la Revista de la Universidad de San Carlos de Guatemala, dejando así el pasado 18 de enero un legado más a la literatura guatemalteca.