– Cada día hay que ponerse la camisa de fuerza de la razón.
– Lo malo de las nuevas generaciones no es que decepcionen sino que ya no sorprenden.
– Las zozobras del alma también son sus hazañas.
– Parece inevitable -y necesario- que toda gran filosofía derive en mística y termine sirviendo al misterio.
– De noche a los espantapájaros los espantan los fantasmas de los pájaros.
– Al cabo del tiempo, reconocemos que fue el hombre de la Edad de Piedra quien puso sus pies en la Luna.
– ¿Tiene o no tiene límites lo imposible?
– Algunos teóricos del arte suelen rebajar los sentidos para ensalzar el cerebro, la historia y el corazón: están ante la obra de arte como Tántalo frente a los manjares.
– Sí, a veces sentimos el vértigo de sabernos huellas del futuro.
– Por la calle, cada vez que me vuelvo a ver a una mujer descubro que no es la espalda de mis sueños.
– Escribir, ¿falsificar o traicionar el pensamiento?
– ¿Quién no quisiera ejecutar el número final, fuera de programa?
– Qué seres más desteñidos son los diplomáticos a la par de los exiliados.
– Rara señal cuando empezamos a regar la maceta de la nostalgia o la del olvido.
– Quien pone su dedo en mi llaga sufre quemaduras de primer grado.
– El primer amor es original. Los otros son plagios o, lo que es peor, fotocopias.
– Como animal acorralado, el hombre da saltos de la mitología a la zoología.
– Ah, esos súbitos amaneceres, ajenos al tiempo, con aliento a tumba profanada.
– Podemos decir de manera no concluyente ni científica que muchas de las filosofías no son sino deslumbrantes variaciones sobre la gramática.
– El satánico empeño del hombre -contra natura- de ponerle bastón al polen y muletas al espermatozoo.
– Al cabo, es la historia la que gana todas las guerras.
– El poeta es la voz de la carroña y la estrella. Y su silencio y su misterio.
– Eso de sentir un vacío en el alma, arrojar ahí una piedra y esperar toda la vida el eco de un golpe que nunca llega.
– A nuestros muertos los agranda el recuerdo, pero el olvido los hace inconmensurables.
– Mentira que el mundo avance; siempre amanece desde el principio.
– Eso de empeñar la palabra y perder por ahí la boleta de empeño.
– En la vida me he encontrado con lo mío, con lo de otros, con lo de todos, y con lo de nadie… Y de todo, es más mío lo de nadie.