Tibias reacciones


Dudas. Un ejecutivo japonés observa por la televisión la conferencia de anoche de Bush. El nuevo plan de Bush para Irak provocó más dudas que certezas en todo el mundo.

Los principales partidos de Irak recibieron hoy con moderado entusiasmo el nuevo plan para Irak del presidente estadounidense, George W. Bush, que obliga al primer ministro iraquí­, Nuri Al-Maliki, a lograr resultados y prevé el despliegue de 21 mil soldados suplementarios.


El nuevo plan es «portador de esperanza», estimó el jueves Bassem Ridha, un consejero de Al-Maliki .

«Hemos heredado un paí­s destruido por el precedente régimen (de Saddam Hussein). Tenemos que enfrentarnos con violencias confesionales que son el principal obstáculo para avanzar. No es fácil garantizar la seguridad en tales condiciones», destacó.

El miércoles, Bush anunció el enví­o de más de 20 mil militares estadounidenses suplementarios a Irak, que se suman a los 132 mil hombres ya presentes en suelo iraquí­.

Según Bush, el gobierno iraquí­ (dominado por los chií­tas) se comprometió a tomar el control de todas las provincias iraquí­es, «de aquí­ a noviembre», y podrí­a «perder el apoyo de los estadounidenses» si no cumple sus promesas.

«El compromiso de Estados Unidos no es ilimitado», advirtió.

«No hemos esperado al presidente Bush para tratar de hacerlo lo mejor posible. Haremos todo lo posible para dar seguridad a Irak», afirmó en respuesta el consejero de Maliki.

«El Primer ministro está dispuesto a atacar a las milicias, que sean chií­tas o sunitas. Su existencia no es aceptable para él. Tenemos nuestro propio calendario», aseguró Ridha.

Además de la reacción gubernamental, el anuncio de Bush también fue comentado por las principales fuerzas del paí­s.

«El aumento del número de soldados estadounidenses sólo ayudará a estabilizar el paí­s si el gobierno iraquí­ asume la responsabilidad de la seguridad interior», estimó el diputado chií­ta Hassan Al-Chemmari.

Este destacó que el éxito del plan de Bush depende de «la voluntad de los partidos iraquí­es para implicarse».

Por su parte, el Partido Islámico, principal partido sunita del paí­s y tradicionalmente opuesto a la presencia estadounidense, reconoció la «necesidad de desplegar temporalmente» nuevas tropas en Irak.

Esa necesidad se debe «a la degradación de la seguridad y a la incapacidad actual de las fuerzas iraquí­es y estadounidenses para controlar la situación», declaró a la AFP Ayad al-Sameraie, portavoz del movimiento sunita.

«La situación se deterioró en todas las regiones donde la responsabilidad de la seguridad fue traspasada a las fuerzas iraquí­es», agregó al recordar que «el terrorismo y las milicias son las dos caras de un mismo problema. Ningún gobierno puede apoyar a las milicias sin violar la constitución».

Desde hace tiempo, los sunitas acusan a Maliki de no hacer nada contra las milicias chií­tas, responsables de gran parte de la violencia confesional en Irak y ampliamente infiltradas en el seno de las fuerzas de seguridad iraquí­es.

Según el Pentágono, esas milicias son actualmente la principal amenaza en Irak.

En cambio, un influyente diputado kurdo, Mahmud Othman, dio rienda suelta a una cierta crí­tica. «Francamente, no veo nada nuevo (…), salvo el aumento de las tropas», dijo.

Sin sorpresas, el Comité de los Ulemas, la principal asociación sunita iraquí­, muy hostil a la ocupación estadounidense, criticó severamente el enví­o de refuerzos militares a Irak.

En el terreno de la violencia diaria en Bagdad, seis personas, cinco de ellas policí­as, murieron este jueves por la mañana en varios ataques en la capital iraquí­, afirmaron fuentes concordantes.

Asimismo, cinco empleados del consulado iraní­ en Erbil, en el Kurdistán iraquí­, fueron detenidos en la madrugada del jueves en una acción efectuada por militares estadounidenses contra los locales consulares, según otras fuentes concordantes.