Quería rehacer sus aceras, atraer a los turistas y desarrollar nuevas tecnologías: Teruel, una pequeña ciudad a 300 km al este de Madrid, es una de las ciudades más endeudadas de España, con una cuenta pendiente de mil 700 euros por habitante.
«Teruel, igual que el resto de ciudades españolas, ha estado viviendo muy por encima de sus verdaderas posibilidades durante los últimos 20 años», confiesa el alcalde Manuel Blasco (Partido Popular, derecha), que sustituyó a Miguel Ferrer (coalición Partido Aragonés-Partido Socialista), que dimitió por sorpresa en noviembre.
Con una deuda a finales de 2009 de 45,7 millones de euros para 35.400 habitantes, Teruel, conocida por una batalla de la Guerra Civil española, simboliza la angustia de miles de municipios, que gastaron a todo trapo durante la burbuja inmobiliaria, antes de encontrarse con las arcas vacías cuando estalló.
«La mayor parte de los ingresos venían de los impuestos que van unidos a la construcción, que han bajado espectacularmente a fines de 2008, más del 60%», relata Blasco.
Su deuda representaba en 2009 el doble de sus ingresos dinerarios (198% del PIB), la tasa más alta para una capital, por delante de Madrid, que es la segunda (159%).
Ahora roza los 60 millones de euros, según el alcalde, lo que supone «unos 1.700 euros por habitante», de los que «49-50 millones (es deuda) con entidades bancarias, a largo plazo» y «11 millones a proveedores».
«Lo que tememos es que esta deuda se repercuta en una subida de impuesto», afirmó Isidoro Esteban, presidente de la asociación de vecinos San Fernando, que promovió en 2000 la campaña «Teruel existe» para frenar el éxodo de su población.
Sí, «Teruel existe, sobre todo para los bancos», ironizaba recientemente el diario El País.
Entre los costosos proyectos: el plan Urban II, financiado al 50% por la UE, el resto (10,5 millones) por el ayuntamiento. Con lo que rehabilitar las calles del centro, donde se encuentran unas torres mudéjares incluidas en el Patrimonio Mundial de la Humanidad, abrir una escuela de baile, el sitio web municipal…
«Ha sido positivo: hace veinte anos, Teruel era una ciudad vieja, fea, sin aceras, ahora hay un centro histórico peatonal», dice Ferrer, que dimitió porque no se sentía «respaldado» por su partido, en una decisión «indirectamente» relacionada con el agujero financiero.
Teruel promovió el turismo (1,5 millones) y el desarrollo digital (1,2 millones), y, sobre todo, construyó: «tenemos cuatro piscinas municipales, más una cubierta, y dos campos de fútbol (públicos), es un poco demasiado», admite Ferrer, aunque «se hace mucho deporte aquí».
La ciudad afirma haber financiado obras y servicios que habrían debido ser para la región o el Estado.
Sus proveedores son las primeras víctimas. «Actualmente, tenemos un retraso en el pago de las facturas de 7-8 meses», dijo Blasco, cuyo objetivo es un plazo de 4 meses. Las empresas de electricidad y carburantes ya han enviado sendos avisos.
«Algunas empresas tienen problemas de tesorería», dice Carlos Mor, presidente de la asociación patronal de Teruel, pero ahora «vemos la situación con cierta esperanza».
El ayuntamiento multiplica sus medidas de ahorro: las piscinas al aire libre abren en verano dos meses y medio en lugar de cuatro, la iluminación pública utiliza bombillas de bajo consumo y la limpieza de la ciudad se ha confiado a una empresa privada, menos gravosa que los servicios del municipio.
Ni se habla de lanzarse a grandes obras próximamente. Se ha anulado la construcción de otra piscina, reducido en un 20% el presupuesto para 2011 y muchos funcionarios que se jubilan, no serán sustituidos.
«Esto quiere decir apretarnos todos el cinturón», concluyó Blasco.