El Ejército de Liberación de Second Life (ALSL) no da su brazo a torcer para responder a los creadores de este sitio donde los internautas pueden soñar su vida: ahora recurren a las bombas atómicas virtuales.
En estos últimos seis meses, varios almacenes de Second Life han sido destruidos por estas bombas -líneas de un código informático- puestas por el ALSL, «el ala militar de un movimiento de liberación nacional».
Su meta: instaurar la democracia y dar el poder a los cuatro millones de habitantes de Second Life que viven bajo el «yugo» de Linden Labs, creador de este mundo virtual.
«Linden Labs funciona como un gobierno autoritario, y la única respuesta adecuada es la lucha», señala ALSL en su sitio de Internet (http://secondlla.googlepages.com).
«Cuando el ALSL haya logrado su objetivo, se disolverá y otorgará el poder al ala política del movimiento», proclama ALSL.
La orientación del grupo revolucionario es claramente capitalista. Su principal reivindicación es por los «derechos fundamentales de los residentes»: que Linden cotice en la bolsa y le venda acciones a cada uno de ellos a un precio fijado por anticipado.
Libertarios de espíritu, los fundadores de Second Life acogen con benevolencia las travesuras y la creatividad de sus miembros mientras eso no impida a los «avatares» (nombre genérico de los personajes virtuales) vivir la vida como ellos quieran.
Así pues, una revolución calcada –hasta en los trajes revolucionarios- de la que liberó a Estados Unidos de la ocupación británica-, forzó a Linden Labs a abandonar un impuesto sobre los objetos creados por los habitantes del mundo virtual. Eso ocurrió hace tres años.
Desde entonces, los bromistas son más audaces e ingeniosos. Dos líneas informáticas crearon una pistola que empujaba violentamente a los «avatares».
«Hacemos el máximo para proteger la expresión creativa pero con algunos límites», declaró a la AFP Catherine Smith, directora de mercadeo de Linden.
«Como último recurso, la violencia virtual a la cual se entregan algunos residentes deberá ser examinada caso por caso», añadió.
Las bombas atómicas de Second Life son menos devastadoras y su efecto menos perdurable que las reales. La explosión es simulada por una enorme bola blanca que borra una parte de la pantalla y vaporiza los avatares alrededor. Pero muy rápidamente, todo vuelve a su orden, afirmó Linden.
Smith toma con serenidad la ola de atentados. «Pensamos que los recientes acontecimientos que están vinculados a las pretensiones del ALSL no son el fruto de malas intenciones», señaló.
Pero los estatutos de Second Life, que regulan la manera en que los «avatares» deben conducirse, permiten también castigar al ALSL cuando algunos residentes consideran que fue demasiado lejos.
En los estatutos no está prevista ninguna prisión de alta seguridad virtual, pero sí una prohibición temporaria para operar, según Smith.