Al momento de escribir este comentario editorial no se tenía información aún sobre la autoría del atentado de ayer en Boston ni sobre el móvil del hecho que causó destrucción y muerte, además de revivir los intensos momentos que se vivieron en el 11 de septiembre del año 2001 cuando se perpetraron los ataques contra Nueva York y Washington.
Los detalles de la acción que hizo explotar bombas en la meta de la célebre maratón de esa histórica ciudad norteamericana son conocidos, pero es indudable que por mucho que la televisión ofrezca incesantes repeticiones del momento de las explosiones y de lo que vino después, la gran interrogante sobre qué hay detrás de ese inesperado ataque es lo que consume la atención de la ciudadanía.
Y es que se demuestra que no hacen falta operativos sofisticados como el de 2001 para sembrar terror y poner en situación difícil al país militarmente más poderoso de la tierra. Acciones aisladas, que pueden ser perpetradas por un individuo sin llamar mucho la atención, pueden poner de rodillas a la sociedad norteamericana si las autoridades encargadas de la seguridad interna no logran esclarecer rápidamente los hechos y si nuevos eventos se ven afectados por la acción de quienes quieren sembrar el miedo y el terror.
La muerte de un niño de 8 años será sin duda el efecto emblemático de este irracional ataque que se dirigió contra gente totalmente inocente, como lo comprueba ese dramático desenlace, y con el mismo se envía la señal de que aun los actos más normales de la vida en Norteamérica, pueden verse afectados por la acción de gente que quiere sembrar el pánico entre la población.
Pueden ser terroristas locales o pueden ser extranjeros deseosos de perturbar la vida de los habitantes de Estados Unidos, pero al margen de las motivaciones que puedan existir, lo cierto es que el presidente Obama tiene que lograr el objetivo que se trazó ayer mismo cuando dijo que los culpables serán llevados ante la justicia para que respondan por su crimen. Por ello la acción de las agencias de investigación que tienen que ver con la seguridad interna de los Estados Unidos deben actuar con eficiencia y rapidez para ofrecer los resultados que la población demanda.
Esta mañana los norteamericanos acudieron a sus actividades normales en oficinas, comercios, colegios, universidades, con la sensación de incertidumbre causada por la posibilidad de que esos atentados puedan repetirse en otros lugares del extenso país. Nadie se puede sentir totalmente a salvo mientras los criminales estén libres para seguir cometiendo sus fechorías y en el ambiente se puede palpar esa sensación de impotencia y rabia por los sangrientos ataques.
Minutero
Otra vez el terrorismo
cobra vidas inocentes
pues personas indecentes
matan con total cinismo