La ausencia del Presidente de la República en el Congreso de la República con motivo del informe anual de labores que ordena la Constitución ha provocado encontradas reacciones porque se considera que aun y cuando el mandatario no tiene obligación legal de asistir, hizo un desaire al Organismo Legislativo y que el mismo debilita la institucionalidad del país.
El tema tiene todo un mar de fondo porque tiene que ver con el papel que ha jugado el Congreso de la República y el que puede jugar a partir de ahora. Definitivamente la decisión presidencial complica las cosas al nuevo presidente del Congreso, Pedro Muadi, porque hay notorio malestar de las diferentes bancadas con el oficialismo y, por consecuencia lógica, el que pagará los platos rotos será el diputado del PP que preside ese poder del Estado.
Es un hecho, lamentable por cierto, que el Congreso está viviendo sus horas más tristes en materia de reconocimiento y respeto ciudadano porque se percibe que no son en realidad intereses nacionales los que prevalecen en la máxima representación nacional. Hace muchos años que el Congreso se ha convertido en un mercado, pero lejos de que se detenga el deterioro de la imagen, ocurre que va en caída libre y cada día es más fuerte el rechazo de la ciudadanía hacia el conjunto de los diputados. Recientemente Pedro Muadi culpó a la prensa de esa situación por “magnificar las noticias negativas” y no dar parte de las noticias positivas, pero el mismo Presidente de la República ha actuado ahora de manera tal que evidencia que no hay tales de una mala percepción, sino de un mal sabor por lo que ha hecho y dejado de hacer el Congreso de la República.
Obviamente en la democracia tiene que haber independencia y respeto entre los poderes del Estado para que funcione efectivamente la República, pero se está llegando a un punto en el que no sólo la ciudadanía pierde el respeto por uno de los poderes, al considerar que defiende intereses espurios, sino que el mismo Jefe del Estado, el Presidente de la República, participa de ese rechazo al no asistir a la presentación protocolaria del informe y realizar un ejercicio paralelo en el que leyó el discurso que tradicionalmente pronuncia para explicar el estado del país cada aniversario de su investidura como mandatario.
Honestamente hablando, se veía venir una situación como la que se vive ahora porque el Organismo Legislativo está sufriendo serios tropiezos en el desempeño de sus funciones, y la pérdida de respeto político y ciudadano se convierte en un factor al que hay que ponerle mucha atención.
Minutero
Se vienen negros nubarrones
y hablan ya de depuración;
entre tantos agarrones
puede ser la solución