Arabia Saudita advirtió que actuará «con firmeza» ante cualquier incidente que ponga en peligro la peregrinación musulmana anual, que comienza mañana con la congregación de dos millones de fieles en Mina y que está marcada por la violencia confesional en Irak.
Las fuerzas de seguridad saudíes, desplegadas de forma masiva en los lugares santos del Islam, «tomaron todas las disposiciones posibles» para asegurar que el Hadj se desarrolle con normalidad, declaró el miércoles el ministro del Interior, el príncipe Nayef Ben Abdel Aziz.
«Esperamos que no pase nada» que pueda perturbar esta gran congregación anual, pero «estamos preparados para todo» y «actuaremos con firmeza y vigor» ante cualquier riesgo, agregó el ministro durante una rueda de prensa en Mina, un valle cerca de La Meca, donde mañana arrancarán cinco días de rituales.
El peregrinaje musulmán estará empañado por el conflicto confesional en Irak, país vecino de Arabia Saudita, que, como el resto de monarquías petroleras del Golfo dirigidas por regímenes sunitas, teme que la violencia se extienda hasta sus propias comunidades chiítas.
«El fiel debe cumplir sus rituales conforme a la sharia», la ley islámica, y «el Hadj no puede prestarse a ninguna otra actividad» de carácter político o confesional, subrayó el ministro del Interior.
Las tensas relaciones que mantiene Arabia Saudita con el gobierno chiíta iraní debido a la situación en Irak constituyen también una fuente de recelo por parte de las autoridades sauditas.
Decenas de miles de iraníes e iraquíes figuran entre los fieles llegados al extranjero para el Hadj, cuyo número se elevó el lunes a 1,6 millones de personas, según cifras oficiales. Otros centenares de miles de sauditas y de residentes en el reino participan en las ceremonias.
Después de su paso por Mina, los fieles se dirigirán el viernes hacia el monte Arafat, donde se entregarán a la plegaria y a implorar el perdón de Dios.
El sábado volverán a Mina para la fiesta del Sacrificio y allí permanecerán para el rito de la lapidación de estelas que simbolizan a Satán.
Durante el último Hadj, en enero, 345 fieles perecieron en una avalancha en Mina, que desde entonces ha sido objeto de algunas mejoras para prevenir que se repita un nuevo drama.