Temática: La despenalización de la droga


Gustavo-Osegueda

Durante décadas hemos contemplado cómo nuestros gobiernos han ignorado la asesoría de los expertos en este tema y las pruebas científicas que demuestran el fracaso de la guerra contra las drogas, probablemente por temor a que los votantes les veden el poder por impulsar enfoques alternativos y “débiles ante el crimen”.

Gustavo Osegueda
gosegueda@yahoo.com


Adicionalmente, todos sabemos que la guerra antidrogas ha arrojado resultados infortunados y nefastos en nuestros países, en términos de Derechos Humanos, y con esto no desapruebo la lucha ni sus esfuerzos, sino pretendo que se comprenda y se apliquen otras formas y mejores estrategias para enfrentarla.

Estamos frente a un escenario en las Américas y en el mundo de producción, trasiego y consumo de drogas. Aunque en Guatemala sí existe el consumo, es relativamente mucho menor que en los países de Europa y Estados Unidos, quienes resultan ser los mayores consumidores de los estupefacientes en el escenario mundial.

Si no somos tan consumidores, y tampoco somos productores, entonces entramos en la categoría de en medio, y aquí nace la pregunta de discusión: ¿Cómo es posible que una ventaja geoestratégica tan envidiable como la que posee Guatemala en el mundo sea excelentemente aprovechada para hechos ilícitos como es el contrabando, en lugar de ser utilizada más eficazmente para lanzar y exportar lícitamente nuestros productos?

Las drogas representan un negocio tan rentable que mueve, y mueve más de 350 mil millones de dólares anuales.

Para analizar la posición estratégica de Guatemala, es necesario considerar varios aspectos: debilidad del estado de derecho, la debilidad en términos de resguardo de nuestras fronteras terrestres y límites marítimos, la debilidad en las fuerzas de seguridad y sus estrategias, y la fortaleza en la corrupción. En fin, ya fuimos estratégicamente escogidos por las perspicacias del trasiego para ese plan, precisamente por todas las características endebles que imperan en nuestro país, las que evidentemente son favorables para sus fines.

Al combinar la geografía, la demografía, la industria, la cultura y las tradiciones, en cada lugar, ciudad o Nación, esa relación entre esos aspectos produce escenarios únicos para la droga, así, los efectos en una sociedad estadounidense o europea serán totalmente diferentes a los efectos en una sociedad de América Latina. Por tanto, es imprescindible que cada País analice profundamente su propia realidad y situación ante esta delicada temática antes de votar en una Asamblea de esta magnitud.

Es verdad que Guatemala no está preparada, ni ha reflexionado a profundidad para identificar las consecuencias tan nefastas que una determinación a favor de la despenalización puede ocasionar, porque mientras el Gobierno propone abordar las adicciones como un tema de salud, este ni siquiera ha comprendido, ni sido capaz de ser un facilitador adecuado para que los adictos realicen una admisible rehabilitación en nuestros precarios centros de tratamiento.

Hoy, por primera vez, la ciencia y la política, analizando las políticas implementadas en la región hasta ahora, tienen la oportunidad de cerrar la puerta a un ciclo de mayor aflicción. La Organización de Estados Americanos es el primer organismo internacional que elabora un informe técnico con alternativas reales, como el apoyo a nuevos métodos eficaces y pacíficos en cada país, en lugar de utilizar el derecho internacional para frenar la innovación en esta materia.

Hasta ahora en la Asamblea no hay consenso entre los países representados para definir una Política Integral frente al tema en mención, ni espero que la haya, porque es el primer abordaje del tema en conjunto, por la participación y experiencia de Estados Unidos al despenalizar el alcohol en 1933 que solo trajo consecuencias negativas y conflictos sociales, y finalmente, porque existen muchas posturas conservadoras en los países de las Américas, que evitando una catástrofe y más violencia, detendrán una posible declaración favorable.

Enmarcados en un tema político social donde el riesgo es altísimo, sí habrá algo positivo que se llama diálogo, un ejercicio para intentar probar nuevos métodos, pero en definitiva el tema no tendrá eco ni resolución favorable, al menos en esta 43ª. Asamblea de la OEA.