Creemos que los candidatos no pueden alegar siempre que atrás de cualquier señalamiento hay campaña negra porque existen situaciones que son objeto de legítimo debate y especialmente aquellas en las que se espera de ellos que esclarezcan los hechos.
Para señalar casos en el orden en que los colocan los encuestadores (no podemos decir a ciencia cierta que las encuestas), diremos que ílvaro Colom no puede escudarse en ese estribillo cuando se habla del dinero que le entregó Marco Tulio Abadío en la campaña pasada y ese tema tiene que ser discutido y aclarado porque la ciudadanía tiene perfecto derecho a saber qué ocurrió, cómo y por qué.
Otto Pérez Molina no puede decir que es campaña negra preguntarle a dónde fue a parar el dinero de los cheques millonarios cambiados en cuestión de horas en los días últimos de su gestión al frente del Estado Mayor Presidencial. Tiene que decir en qué se gastó el dinero y corroborarlo porque casi veinte millones de quetzales no se pueden justificar fácilmente.
Alejandro Giammattei no puede decir que sea campaña negra la duda sobre cuál fue su papel en el caso de Pavón, puesto que es legítimo preguntarse si en ese operativo hubo ejecución extrajudicial como sostiene el Procurador de los Derechos Humanos y cuál fue el papel del actual candidato de la Gana, porque en aquel tiempo él se bañó en agua de rosas con el «rescate» del presidio, pero luego ha dicho que él todo lo vio desde afuera.
Obviamente de cualquier candidato podríamos encontrar temas de legítimo debate, pero siendo estos tres los que parecieran tener preferencia electoral, demandemos de ellos que asuman la responsabilidad de sus actos y que de frente ante el pueblo expliquen sus actuaciones para que todos sepamos qué hicieron y cómo lo hicieron. En los tres casos se puede hablar de situaciones en extremo delicadas que tendrían que ventilarse en los tribunales de justicia y por lo tanto lo menos que puede esperarse de quienes tienen el beneficio de la inmunidad por ser candidatos, es que tengan la hidalguía de hablar de esas cuestiones sin recurrir a la patraña de que cuando se señalan los hechos es campaña negra.
Cabalmente la campaña negra surge cuando se hace en forma anónima y con subterfugios, pero confrontado un candidato con la seriedad del caso de manera pública y responsable, no puede usar ese elemento como excusa para no hablar e ignorar las inquietudes y preocupaciones de un electorado que necesita, por fuerza, detalles sobre la calidad ética y moral de quienes aspiran a dirigir los destinos de la patria. De manera respetuosa pero firme, exigimos que no se use ese argumento baladí para obviar cuestiones que son tema de legítimo debate en el campo electoral.