Después de ocho años muy intensos y estresantes para la sociedad estadounidense, todas las encuestas muestran que la principal cualidad más buscada en el próximo presidente de Estados Unidos es que posea la imagen del cambio. Han sido dos períodos bastante abrumadores, la guerra en Irak y un deterioro económico sólo superado por la gran depresión de inicio de los años 30, han hecho que el electorado defina que el principal atributo que debe tener el próximo gobernante es que sea diferente y posea la capacidad para llevar a ese país al cambio.
Hace apenas un par de años en Estados Unidos no se pensaba que el tema de la guerra de Irak pudiera ser superado por otras preocupaciones, hoy es una sociedad donde el desempleo sigue aumentando, las acciones en Wall Street no logran recuperarse, los combustibles siguen a precios elevados y el mercado inmobiliario afronta un declive cada vez más pronunciado. Por eso es que el mensaje del cambio se convierte en el tema clave para ganar las elecciones del próximo noviembre. Un mensaje hasta ahora muy bien manejado por Barak Obama que por cierto lo ha convertido en el candidato favorito y puntero en las encuestas. Y esa es la razón por la que muchos piensan que el próximo presidente de Estados Unidos será por primera vez un hombre de color. Yo diría que en estos momentos es el candidato con más posibilidades de ganar las elecciones, pero en una carrera tan apretada 60 días podrían ser suficientes para revertir esta tendencia. Su contendiente republicano, John Mc Cain, héroe de guerra de Vietnam y cuatro veces senador por el Estado de Arizona, ha tratado de frenar el empuje de Obama con el argumento de su falta de experiencia, sin embargo, el mismo Mc Cain ha elegido como compañero de fórmula a una mujer que también puede ser señalada por la misma circunstancia. Algo que ha preocupado a muchos estadounidenses dado a que Mc Cain es un hombre que rebasa los 70 años.
Una de las estrategias poco tempraneras de Mc Cain, es que hasta hace pocos días en la convención republicana empezó a tomar distancia del gobierno de Bush al autoproclamarse como el candidato del cambio, un discurso poco creíble al ser candidato del Partido oficial y sobretodo por seguir apoyando la permanencia indefinida de las tropas norteamericanas en Irak. Sin embargo, tampoco Barak Obama ha logrado convencer al pueblo estadounidense de que él puede repetir la hazaña de Bill Clinton de sacar del marasmo económico en que los metió un presidente republicano.
Sin lugar a dudas las actuales elecciones en Estados Unidos representan una contienda muy peculiar y distinta a las anteriores, es una donde un aspirante negro con grandes posibilidades de ser presidente tendrá que demostrar que no es únicamente el candidato del «pico de oro» y por ende convencer al electorado que posee los suficientes atributos y conocimientos que le permitirán, mejor que Mc Cain, gobernar al país más poderoso del planeta. Por otro lado a Mc Cain, aparte del desafío de los temores por su edad y su cuestionable elección por su compañera de fórmula, le corresponde hacer un esfuerzo descomunal en reinventarse para lograr marcar distancia con su predecesor a consecuencia de la herencia económica tan funesta que éste le ha dejado. Lo que si está claro, es que el candidato ganador será aquél que logre convencer al electorado que es el adecuado para liderar la recuperación de ese país, situación que ya no se limita a una crisis económica, sino a todo el sueño americano, por ser ésta una forma de vida la que se tambalea.