Tecún Umán en el recuerdo


Grecia Aguilera

En el artí­culo «Un héroe desconocido», publicado el viernes 20 de febrero de 2009, la periodista Nancy Arroyave, editora de la sección «Cultura» de Prensa Libre, afirma que «La figura de Tecún Umán ha transitado por la historia entre indiferencia y polémica». Lo anterior me hizo recordar a notables poetas guatemaltecos que se han inspirado en este guerrero quiché, no solamente por exaltarlo como héroe o titán, sino también para expresar el sufrimiento y el dolor de un pueblo entero, y por supuesto por su nombre musical. Dentro de estos poetas cito al Premio Nobel de Literatura Miguel íngel Asturias, a Otto René Castillo y a Marí­a del Mar. Una de las estrofas del poema de Miguel íngel Asturias dice: «Â¡Tecún-Umán!/ Silencio en rama…/ Máscara de la noche agujereada…/ Tortilla de ceniza y plumas muertas/ en los agarraderos de la sombra,/ más allá de la tiniebla, en la tiniebla/ y bajo la tiniebla sin curación./ El Gavilán de Extremadura, uñas,/ armadura y longinada lanza…/ ¿A quién llamar sin agua en las pupilas?/ En las orejas de los caracoles sin viento/ a quién llamar…, a quién llamar…/ ¡Tecún-Umán! ¡Quetzalumán!» En el libro titulado «Tecún Umán, nuestro homenaje al padre presente» de Otto René Castillo, publicado en 1964, en el poema IV se lee: «Estás de pie, heroico y profundo,/ sin orillas de titubeantes alas/ frente al desnudo grito de las balas,/ encrespado, decisivo y rotundo./ Tu mano con su flecha llega al mundo,/ tu flecha con su mundo de bengalas/ viene emplumada con sus rojas galas/ para defensa del amor fecundo./ Tu gesto por su gesto no agoniza,/ en tu mano se despierta la estrella:/ tu coraje en la patria se eterniza./ Sigues alimentando tu epopeya/ con su ejemplo que nunca finaliza/ por lo maduro y noble de tu huella.» En una roca camino de Quetzaltenango a Retalhuleu, está inscrita la siguiente frase: «Guatemalteco aquí­ luchó Tecún Umán por defender tu casa y tu libertad». Mi señora madre la insigne literata Marí­a del Mar, inspirada en tal sentencia, escribió el siguiente poema: «Tecún/ se llaman los maizales/ Tecún, hijo de Belejeb Tzí­/ repiten los tambores./ Tecún Umán, nieto de Kicab/ pronuncia la alborada/ Tecún, Tecún Umán/ corea el viento de los atardeceres./ Del zarzal a la orilla,/ del rí­o divisorio/ a los Cuchumatanes,/ del corazón del Este/ hacia el Oeste/ y desde todos los rincones/ Tecún, Tecún Umán/ nace tu historia…/ Tecún/ se llaman los maizales/ Tecún/ repiten los tambores/ y canta la semilla que revienta/ donde nacen las nubes,/ donde se empina el monte/ y crecen lo volcanes/ -atalayas de lunas y de soles/ entre los cuatro vientos-./ Tecún/ se llaman los maizales/ Tecún/ repiten los tambores./ Tecún Umán/ tu voz se ha detenido/ en el fugaz milenio/ de un crepúsculo sombrí­o,/ pero eterno, eterno, eterno./ ¡Tecún, el del penacho altivo,/ Cacique de los occidentes!/ Tu nombre musical/ llueve en los rí­os/ y revienta sonoro entre los mares/ y navega y navega/ por los mundos/ del ave y la esperanza./ Tecún/ padre de tecunes,/ Tecún/ hermano de tecunes,/ Tecún/ hijo de tecunes,/ abuelo de tecunes,/ tecunes y tecunes/ siempre iguales./ La punta de tu lanza/ sembró truenos, relámpagos,/ tempestades, tormentas/ en la roja batalla/ que tiñó los cristales/ del Rí­o Xequijel./ De retumbo en retumbo/ Tecún Umán, Tecún/ surges de los milenios./ Los búhos agoreros/ golpean tus tambores,/ y tu penacho rueda/ sin tiempo/ por cerros y cañadas,/ esperando que un valiente/ con tu lanza en la mano/ lo apriete entre sus sienes,/ y libres pajarillos/ sean todos los hombres./ Tecún/ se llaman los maizales,/ Tecún/ repiten los tambores/ y su nombre perpetuo/ en la piedra ha quedado,/ de éste que forró/ de espigas los celajes/ de alhelí­es los prados,/ y murió defendiendo/ con heroico ahí­nco/ el nido de los hombres/ su casa y su ropaje/ su trigo y libertad.»