No es primera vez que un desastre natural termina desnudando nuestra cruda realidad social y el impacto de la pobreza en la sociedad guatemalteca. Generalmente los más pobres son quienes resultan más afectados por la fuerza de la naturaleza porque sus precarias condiciones de vida los exponen de manera más constante a los riesgos derivados de una catástrofe.
Hoy en día los técnicos reclaman la implementación de los más modernos códigos de construcción en materia antisísmica para aprovechar los avances tecnológicos que permiten en otros países con características telúricas similares a las nuestras, edificar en forma segura y proteger así miles de vidas humanas.
Ciertamente la ciencia del diseño de estructuras capaces de resistir fuertes terremotos ha avanzado notablemente en el mundo y los guatemaltecos debiéramos beneficiarnos por esa nueva tecnología, pero tenemos que entender que existen barreras económicas insalvables para la mayor parte de la población.
Inaudito es que el Estado no construya sus obras con esos avances técnicos y con la seguridad que hace falta, como también lo es que pueda haber algún constructor privado que desarrolla edificios o proyectos en los que no observa las elementales normas de construcción con resistencia sísmica. Pero cuando hablamos de la mayoría de la población guatemalteca, de esos millones de compatriotas que viven en condiciones de pura subsistencia, es imposible pretender que ellos puedan edificar sus viviendas con esos avances que no son baratos sino que demandan inversiones que van más allá, mucho más allá, del bolsillo de gente que no tiene ingresos ni para cubrir sus necesidades alimenticias del día a día.
Por ello es que es importante que exista en el país una política de desarrollo social, de inversión en los más pobres, para que estos puedan tener niveles de vida que no los condenen a ser las víctimas propicias de cualquier desastre natural. Que no les condene a muerte cuando tiembla la tierra o llueve en exceso.
Apoyamos la necesidad de un código de construcción exigente que demande los requisitos esenciales para que las edificaciones soporten temblores fuertes, pero al mismo tiempo demandamos que se ponga atención al fondo terrible del problema y que tiene que ver con la pobreza que es característica de un país tan desigual como el nuestro, donde convive la opulencia que puede y debe usar las más avanzadas técnicas de construcción existentes en el mundo, con la pobreza más ruin que impide no sólo construir bien, sino que obliga a muchos a vivir en condiciones tan precarias que son, de por sí, un riesgo permanente para la vida de sus familias.
Minutero:
En medio de tanta pobreza
tenemos que usar la cabeza
pues no puede ser que la muerte
quede librada a la suerte