El bombero Jeff McClelland descubrió el cadáver en medio del lodo que cubre lo que fue la población de Oso. Súbitamente se dio cuenta de que el hijo y el hermano de una de las víctimas estaban entre los voluntarios que recorrían el lodazal.
Los familiares se sentaron junto al cadáver mientras lo introducían en un saco. McClelland rompió a llorar.
El suceso fue una muestra desgarradora de la dificultad de la tarea para los sobrevivientes de la población, mientras los rescatistas como McClelland buscaban los cadáveres entre el lodo y los restos causados por un enorme alud, esperando llevar al menos cierto consuelo a los familiares y amigos de los que no han sido localizados.
«Puedo ir a casa, comer algo, abrazar a mi esposa, venir y abrazar a mis amigos y al día siguiente y decir ‘intentémoslo de nuevo’. Tenemos cosas que hacer. Nos queda una tarea por hacer, así que hagámosla», dijo McClelland el miércoles.
Decenas de personas que se creía sumergidas en el lodo aparecieron sanas y salvas, pero no fue un gran consuelo para rescatistas como McClelland, encargados de hallar algún final para los familiares y amigos de los que no han aparecido.
La esperanza de encontrar milagrosamente un sobreviviente ha desaparecido al comenzar el jueves el sexto día de búsqueda, con la creencia de que algunas familias quizá no puedan enterrar un cadáver.
Las autoridades compulsaron los informes que recibieron de las personas desaparecidas con las que reportaron su presencia y eliminaron el miércoles a 140 personas de la lista de desaparecidos, dijo el director de los servicios de Emergencia del condado de Snohomish, John Pennington.
Ello confirmó la desaparición de 90 personas, con otras 35 cuya presencia en el área cuando ocurrió el deslizamiento el sábado no ha sido plenamente demostrada por las autoridades. La zona del desastre se encuentra a 88 kilómetros (55 millas) al noreste de Seattle.
Becky Bach mira y aguarda, con la esperanza de que los rescatistas encuentren a su hermano, su esposa, su sobrina de 20 años y el novio de la hija menor.
«Siendo realista, honestamente no creo que los encuentren vivos», dijo Bach entre lágrimas. «Pero como familia, intentamos pensar qué hacer si no encuentran los cadáveres».