Tarde o temprano llegará…


Editorial_LH

La decisión del presidente Obama en Estados Unidos, de pronunciarse abiertamente a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, es un indicador del curso de los tiempos y aún en sociedades menos abiertas, como la nuestra, llegará el momento de abordar ese debate porque no podemos darle la espalda a una realidad cambiante en todo el mundo.


Es incuestionable la existencia de personas del mismo sexo que conviven y comparten su vida no sólo desde el punto de vista sexual sino en todos los órdenes de la vida y por lo tanto parece justa y lógica la argumentación de que se les discrimina cuando se les niega el derecho a compartir sus bienes, a heredárselos mutuamente, a recibir los beneficios como pareja que tienen los esposos que forman un matrimonio.
 
  Pero al mismo tiempo es también de observar que el matrimonio es, desde su origen, una institución tanto civil como religiosa, por medio de la cual un hombre y una mujer unen su vida para compartirla formando una familia que se nutre con los hijos fruto de esa unión.
 
  Creemos que ambos planteamientos son válidos y por lo tanto sostenemos que la unión civil de las parejas del mismo sexo tiene que ser debidamente legalizada para que puedan gozar de los derechos y privilegios que precisamente por ser pareja les corresponden civil y legalmente. Tiene que haber normativa que les asegure a quienes siendo del mismo sexo deciden convivir y unirse en pareja, la posibilidad de ser reconocidos como tales socialmente sin asomo alguno de discriminación ni repudio. No creemos que la homosexualidad pueda seguirse viendo como una aberración del ser humano, tal y como lo predican muchas iglesias, y por lo tanto debe haber respeto a una condición que no podemos ni debemos calificar.
 
  Por el otro lado, entendemos que el concepto de matrimonio es, gramatical y legalmente, expreso en que se refiere a la unión de un hombre y una mujer. A un entenado se le puede dar trato de hijo, pero seguirá siendo entenado, lo mismo que un hermanastro lo será aunque se le quiera y trate como hermano. Un embrión es embrión aunque le querremos llamar bebecito o personita, y la unión civil de dos personas del mismo sexo será eso aunque se le quiera llamar matrimonio.
 
  El tema ineludible es que hay una realidad social que tiene que ser abordada y tratada con madurez para evitar que por sus preferencias sexuales, miles de personas queden al margen de los derechos que como pareja tienen que tener para convivir sin limitaciones ni discriminaciones.

Minutero:
Poseer el finiquito
 no es tan solo un requisito;
 cierto que no es la cualidad
 que asegura probidad