Tapando el sol con un dedo: Reflexión de Semana Mayor


Edgar-Balsells

Afirma el renombrado lingüista y pensador norteamericano Noam Chomsky que el sistema actual de enseñanza en el mundo occidental nos modela más hacia la “Deseducación”, que hacia la “Educación”.
Y es que por “Educación”, Chomsky anticipa ese esfuerzo de reflexión y creatividad que es heredero de las ideas de la Ilustración, en donde se aprende cooperativamente, y se goza interpretando: así los adolescentes y niños se preparan para fomentar la curiosidad.

Edgar Balsells


En cambio, por “Deseducación”, se entiende aquel proceso de control social, que modela sujetos conformistas, orientados por los medios de comunicación de masas y por consignas y logotipos simplistas, muy vinculados al consumismo actual y a conformar seres alienados y acríticos.
La crisis del sistema educativo público en el medio fomenta la “Deseducación”, movida por colegitos de garaje que proliferan desde el Centro Histórico hasta los centros urbanos de todas las ciudades intermedias del país.
La primera misión de ese proceso, talvez poco programada, y explícita, pero a todas luces funcional,  es producir seres ahistóricos, confusos de su historia, y alimentados por libros de texto mediocres y acríticos, que no orientan al sujeto a la transformación de su entorno social, sino a ser un mero instrumento de reproducción de las mismas condiciones materiales y del statu quo. Se trata así de la educación conservadora, que confunde tradición con continuismo.
Lo paradójico de todo esto y lo que debe ser frustrante para nuestras élites, es que tocan por todos lados las puertas del primer mundo, y se cree que ese acceso es sólo para comerciar, para que vengan las inversiones y para que se le dé cobijo a la diáspora de migrantes; incluso, se censuran disposiciones para el control de las adopciones pues se dice por ahí que el “librecomercio” debe ser hasta de patojos recién nacidos, sin mayores condiciones.
Las cosas son muy diferentes para forjar unas buenas relaciones internacionales: el mundo está cambiando, los viejos poderes de antes se disipan por doquier, hasta en los países de tradición musulmana, caracterizados por férreos cacicazgos y tremendo machismo.
Un reciente libro de Moisés Naim, así lo señala: Naim se pregunta ¿Qué les está pasando a los poderosos?, y relata historias de presidentes maniatados, magnates hundidos, ejércitos impotentes, obispos sin fieles. En fin, se trata, dice Naim, de la emergencia de nuevos actores que desafían a los dirigentes tradicionales. “El poder ya no es lo que era”, y es que ese ejercicio de autoridad se ha vuelto más difícil de usar y más fácil de perder.
Y así Naim afirma que “las barreras que protegen a los poderosos ya no son tan inexpugnables como antes. Y es que han proliferado los actores capaces de retar con éxito a los poderes tradicionales: se trata de gente, más urbana, más joven, más sana y MÁS EDUCADA.
Me he dado a la tarea de analizar los comentarios de los blogueros principalmente españoles sobre el juicio a Ríos Montt, luego de la publicación de sendos reportajes sobre el juicio por Genocidio practicado en los tribunales guatemaltecos; y me doy cuenta que el poder tradicional local no puede tapar el sol con un dedo: Guatemala debe reconocer su horrenda historia, como pasaporte para entrar al mundo civilizado y abandonar paulatinamente la mentalidad feudal.