También en Antigua realza Feria del Libro


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Mientras que –para utilizar una ampulosa frase- la crema y nata de la intelectualidad se reunió la tarde-noche del pasado viernes en las instalaciones del Parque de La Industria, en la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Guatemala, un apreciable grupo de antigüeños encabezados por su alcalde Edgar Francisco Ruiz Paredes y unos cuantos capitalinos de origen o asimilados que viajamos hacia la Antigua Guatemala, nos cobijamos ese mismo día a las 17:00 horas en el Salón Mayor del Noble Ayuntamiento, para asistir al acto de inauguración de la Feria del Libro, en su 31 edición, que anualmente organizada, patrocina y alienta con ejemplar entusiasmo mi paisano marquense Gustavo Ardiano Fuentes, presidente honorario ad libitum de la Asociación de Ferias Departamentales del Libro.

Eduardo Villatoro


En vez de extraviarme en el laberinto editorial de la zona 9 y que tendré oportunidad de visitar, tomé la decisión de cobijarme bajo los aleros de la Municipalidad de La Antigua Guatemala -coauspiciadora de la citada actividad literaria-, acompañado de mi amigo Adolfo Cancinos, básicamente para solidarizarme con mi coterráneo Ardiano Fuentes, porque se ha esforzado por mantener vivo ese certamen cultural, y para agradecer su apoyo, desde los estantes de la Librería Marquense, a los autores guatemaltecos, incluyéndome con mi modesta producción de aprendiz de escritor en la tarde de mi vida, y, asimismo, a fin de honrar con mis aplausos a un multifacético intelectual muy conocido en los ámbitos de la cultura guatemalteca.

   Si este texto fuera una crónica de lo acontecido entonces, no habría espacio para resumir apretadamente las alocuciones de encomio que se lanzaron al periodista y escritor Luis Aceituno, a quien la comuna antigüeña y la mencionada asociación le dedicaron la Feria del Libro Departamental en reconocimiento a su fecunda labor en su espacio de la sección cultural y el suplemento de la misma índole El Acordeón, en elPeriódico, y con la publicación en Guatemala y Europa de su narrativa expuesta en sus libros “La puerta del cielo”, ”Los años sucios”, “El día que mataron a John Lennon”, entre otras obras, al margen de sus tareas de catedrático universitario en su especialidad.

    Luis Aceituno fue el más breve entre los que expusieron sus ideas -¡y vaya si no les gusta el párrafo a sus paisanos!- sintetizando sus vivencias en La Antigua, enalteciendo la memoria de insignes literatos paisanos suyos ya fallecidos y otros datos relevantes que reseñó con sencillez y humildad. La exaltación al poeta y escritor estuvo a cargo de Julio Roberto Porras Paredes y la entrega del pergamino de reconocimiento lo hizo Ardiano Fuentes. También se premió a una señorita cuyo nombre se me escapa, por su contribución a las actividades culturales de La Antigua. El acto finalizó entrada la noche con refrescos, café y un par de alipuces, acompañados por deliciosas boquitas propias del suelo natal del galardonado.

   (El bibliógrafo Romualdo Tishudo leyó esta frase: -Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es fácil; lo difícil es criar un hijo, cultivar un árbol y encontrar un lector para el libro).