Talibanes lanzan ataques contra la «jirga de paz»


Una vista general de la

Los talibanes lanzaron el miércoles ataques con cohetes y armas ligeras al inaugurarse en Kabul la «jirga de paz», que reúne a 1.600 representantes de las tribus y la sociedad civil afganas para debatir los medios de acabar con la insurrección en el paí­s.


Dos kamikazes resultaron muertos y otro fue capturado, en tanto que dos personas sufrieron heridas causadas por los cohetes, de acuerdo con informes oficiales.

Las labores de la «jirga» -una tradicional asamblea consultiva reunida bajo una enorme tienda en una universidad de la capital- no se vieron sin embargo alteradas.

Un fotógrafo de la AFP constató que en total cinco cohetes habí­an explotado, uno de ellos cerca del campus de la universidad politécnica donde se celebra la «jirga», y los demás no lejos del inmueble de la universidad.

Las primeras explosiones retumbaron en el momento en que el presidente Hamid Karzai pronunciaba su discurso de apertura. El mandatario convocó esta «jirga» en el marco de su intento de llevar a los talibanes a la mesa de negociaciones.

Tras la primera explosión, Karzai interrumpió brevemente su dicurso e ironizó: «Alguien intenta lanzar un cohete», dijo. «No teman, sigamos», añadió, aplaudido por la asistencia.

Poco después, en una llamada telefónica a la AFP, los talibanes reivindicaron el ataque.

«Cuatro kamikazes subieron a lo alto de un inmueble cerca de la tienda» donde se celebra la jirga. «Amenazan la tienda», declaró Zabihulá Mujahid, un portavoz de los talibanes, indicando que utilizaban cohetes y armas ligeras y que portaban cinturones con explosivos.

Previamente un portavoz del ministerio del Interior informó que la policí­a tení­a rodeados a «terroristas» pertrechados en una casa cerca de la universidad donde se realiza la «jirga».

«Hay actividades terroristas en una casa en el barrio de Afshar. La casa ha sido rodeada por la policí­a», dijo el portavoz, Zemarai Bashary.

Los talibanes, que denunciaron la «jirga» como un instrumento de «propaganda» de las «fuerzas de invasión», han multiplicado en los dos últimos años los ataques suicidas y con comandos en el corazón de Kabul, pese a que en la capital se han adoptado grandes medidas de seguridad, con la presencia de miles de soldados extranjeros, así­ como de policí­as y militares afganos.

Para proteger la «jirga», las autoridades desplegaron además a 12.000 miembros de las fuerzas de seguridad.

La sesión se inició con una lectura del Corán ante los 1.600 representantes de etnias, tribus, poderes locales y ONG, así­ como diplomáticos extranjeros.

Esta asamblea tradicional es la tercera que se celebra desde la caí­da de los talibanes en 2001, tras la invasión del paí­s por fuerzas aliadas dirigidas por Estados Unidos.

Las precedentes asambleas dotaron al paí­s de un lí­der provisional -Hamid Karzai, luego reelegido dos veces como presidente- y de una Constitución.

La «Jirga consultiva nacional de paz» pretenden esta vez debatir las medidas necesarias para que el paí­s salga de una sangrienta guerra, que se cobra cada año la vida de un creciente número de civiles y militares.

Esta «jirga» se celebra cuando llegan al paí­s los refuerzos prometidos en 2009 por el presidente estadounidense Barack Obama, elevando así­ a 150.000 el número de efectivos de las fuerzas internacionales presentes en Afganistán.