La red de apoyos que construyó Taiwán sobornando de distinta manera a muchas influyentes figuras de distintas esferas del país es impresionante y se refleja no sólo en el guante blanco de comentarios editoriales en los que se analiza el caso Portillo sin siquiera mencionar el origen de los cheques, sino también en la actitud del Ministerio Público que sigue aferrado a la tesis de que los cheques girados a nombre de Alfonso Portillo fueron para financiar el programa de bibliotecas, cuando cualquier imbécil entiende que si hay una donación a un Estado no se le entrega el dinero al presidente para que lo deposite en su cuenta personal, sino se ingresa a las cajas fiscales.
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Puede que sea parte de la estrategia en estos momentos cruciales de la elección de fiscal y que por ello, sabiendo que Portillo no es santo de la devoción de poderosos sectores y que en cambio Taiwán es algo así como la joya de la corona. Tal vez por eso el Ministerio Público que no pudo ni siquiera extinguir los bienes de Juan Ortiz, alias Chamalé, insista en que buscará extinguir los bienes de Portillo con base en su confesión en Estados Unidos porque, según palabras del fiscal que mal llevó el caso en Guatemala, eso prueba que se apropió de fondos públicos porque ese dinero era para bibliotecas.
Con eso no se pretende juzgar nuevamente a Portillo, sino exonerar a los chinos del delito que cometieron amparados en la inmunidad diplomática al sobornar no sólo a Alfonso Portillo Cabrera, sino a un montón de guatemaltecos, incluyendo otros presidentes que recibieron también dádivas, para que mantuvieran las relaciones diplomáticas que les permitían gozar de un estatus de nación independiente.
Da grima ver que en un país como el nuestro haya tan pocas voces que reflejen indignación por el asqueroso papel de la diplomacia de Taiwán. El gobierno de Taipéi dijo que el soborno no forma parte de su política exterior y que, en todo caso, cuando ocurrió el incidente Portillo, como el de los presidentes de El Salvador y Costa Rica, era otro partido el que gobernaba al país, pero no asumen la responsabilidad institucional que como Estado tienen de andar sembrando corrupción en otras partes del mundo para preservar su valiosa relación diplomática que era el escudo para mejorar su posición negociadora con la China.
Hoy en día esas negociaciones están muy avanzadas y estos países prácticamente ya cumplieron su papel, asegurado a punta de sobornos o de vergonzosas donaciones como esa a la Cancillería de un millón de dólares anuales para apoyo.
Pero a mí me indigna ver que hasta el Ministerio Público, inútil para avanzar en investigar la corrupción en términos generales, centrando su esfuerzo en unos cuantos alcaldes para que no digan que de al tiro nada hacen, ahora exculpe a los chinos aferrándose a la patraña de que el dinero fue una donación para bibliotecas, no obstante que los varios cheque fueron girados a una persona en particular, pagaderos a su orden, lo que quiere decir que los podía usar para lo que se le roncara la gana.