Sin pretender ser un erudito y sin hacer uso de los estudiosos de este tema, podemos decir que estrategia puede definirse como la mejor forma de alcanzar los objetivos buscados al inicio de una situación conflictiva. Conflicto no implica necesariamente una pelea sino la lucha por obtener una de dos o más situaciones hipotéticas que no pueden darse simultáneamente. Algunos dicen que «estrategia» es todo lo que se hace antes de ingresar al conflicto. Luego empieza la «táctica».
Establecer una «estrategia» implica conocer de antemano las distintas formas en las que se va a dirimir un conflicto y de que forma enfrentarlo conociendo las metas que se desean alcanzar. La estrategia puede verse como un plan que debería permitir la mejor distribución de los recursos y medios disponibles a efectos de poder obtener aquellos objetivos deseados.
La táctica contesta a la pregunta de cómo llevamos a cabo nuestros planes e ideas. Calcular con exactitud cada movimiento, encontrar maniobras, combinaciones o recursos para mejorar nuestra posición es competencia de la táctica.
La relación entre los dos conceptos es fundamental. No es posible aplicarlos en forma independiente. Sin táctica la estrategia nunca podría concretarse, ya que no encontraríamos el camino para coronar con éxito los planes que diseñamos. Sin estrategia ni lineamientos generales, la táctica no tendría objetivos claros y su aplicación sería errónea.
Aceptables las presuposiciones anteriores, pero prefiero la manera de explicar la táctica y la estrategia de Mario Benedetti, que sin ser un estudioso del tema la definió de manera sencilla y práctica:
Mi táctica es mirarte, aprender como sos, quererte como sos.
Mi táctica es hablarte y escucharte, construir con palabras, un puente indestructible.
Mi táctica, es quedarme en tu recuerdo, no sé cómo, ni sé con qué pretexto, pero quedarme en vos.
Mi táctica es ser franco y saber que sos franca, y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos.
Mi estrategia es, en cambio, más profunda y más simple, mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto, por fin me necesites.