Supera marcas de impopularidad


Militares. El primer ministro de Israel, Ehud Olmert, durante una ceremonia castrense.

Ehud Olmert, un hombre con poco carisma, pero maniobrero e incisivo, se ha convertido en uno de los polí­ticos más impopulares de Israel apenas un año después de la formación de su gobierno.


Actualmente el Primer Ministro, de 61 años, pelea cada vez más difí­cilmente para sobrevivir polí­ticamente, después de haber llegado al poder con el ambicioso proyecto polí­tico de fijar las fronteras de Israel.

Criticado por su gestión de la guerra contra el Hezbolá en el Lí­bano, a mediados del año pasado, e implicado en una serie de «casos» de corrupción, Olmert bate todas las marcas de impopularidad.

Los sondeos le dan 2% de opiniones favorables.

Heredero de Ariel Sharon, en coma desde enero de 2006, el duodécimo Primer Ministro de Israel está en la mira de un severo informe sobre las fallas en la guerra en el Lí­bano publicado el lunes.

En el texto, Olmert es presentado como un tí­tere en manos de los militares, arrastrado a la guerra por el estado-mayor y que fijó objetivos imposibles.

«Â¿Qué se puede hacer si por cierto Olmert no es Churchill? se interroga el Yediot Aharonot.

Sin embargo, el Primer Ministro ha confiado a sus allegados que no tiene ninguna intención de renunciar, a pesar de que numerosos comentaristas estiman que se encuentra entre un «estado crí­tico» y la «fase terminal».

Y con mayor razón cuando el término «corrupción» aparece en la carrera polí­tica de este abogado de negocios.

El contralor del Estado acaba de proponer una investigación policial en su contra en un caso de tráfico de influencias.

El fiscal general debe decidir si acepta esta proposición y otras dos, por la venta de un apartamento en Jerusalén y por el nombramiento de allegados en empresas públicas.

El fiscal general también ordenó una investigación por la intervención de Olmert en la privatización de un banco.

Todos son problemas que casi harí­an olvidar la razón primera de su elección: su plan de desmantelamiento de decenas de colonias en Cisjordania en el contexto de la retirada de Gaza en 2005, de la que fue uno de los iniciadores.

El plan ya olvidado le costó la hostilidad de la derecha y de los colonos que ven con gusto los problemas que hoy enfrenta el que fue militante del Betar, organización juvenil de extrema derecha.

Elegido el más joven diputado del Parlamento en 1973 en la lista del Likud, llamó a la creación de colonias y votó en 1978 contra los acuerdos de Camp David que devolvieron a Egipto los territorios ocupados desde 1967.

En 1993, se opone a los acuerdos de Oslo firmados con los palestinos.

Ministro sin cartera (1988-1990) y luego ministro de Salud (1990-1992), fue elegido alcalde de Jerusalén en 1993, cargo en el que permaneció diez años alentanto la colonización judí­a en la parte oriental ocupada.

En 2003, en el gobierno Sharon, pasa a ser viceprimer ministro y ministro de Comercio e Industria. Consigue convencer a éste último presentarse en las elecciones y crear el Kadima centrista a fines de 2005.

Padre de cuatro hijos, gran aficionado al fútbol y pianista, aprecia los trajes finos, los cigarros y la buena mesa y es el único derechista de su familia.