Una anguila impulsada por baterías serpentea frente a las costas en busca de zonas minadas. Una medusa es en realidad un robot de vigilancia, que obtiene la energía de los átomos que la rodean, mientras que un pez se impulsa con unas aletas que también sirven para recopilar datos de inteligencia.
La Oficina de Investigación Naval está dando sus pinitos para convertir en realidad esas visiones futuristas.
Por ejemplo, el trabajo con la medusa robot en Texas y Virginia se concentra en determinar la forma en que estas criaturas de mueven en el agua, a fin de imitar e incluso superar sus capacidades. Por ahora, está conectada con tanques de hidrógeno y oxígeno, y el jefe del proyecto de la Oficina, Robert Brizzolara, considera que no hay todavía planes para darle autonomía energética.
Queda mucho por aprender sobre las bases de la hidrodinámica.
«Nosotros, como ingenieros, no hemos creado algo que nade tan bien como un pez muy básico», dijo James Tangorra, de la Universidad de Drexel, quien trabaja con un robot de pez sol (Lepomis macrochirus). Algunos colegas en las universidades de Harvard y Georgia estudian ejemplares de este pez con el fin de imitarlo.
«Hay muchas cosas que podemos aprender de los peces… la forma en que se impulsan y en que sienten el agua», agregó Tangorra.
En el futuro, Estados Unidos quiere una «próxima generación de robots que operen en un dominio submarino único para la Armada», dijo Jim Fallin, portavoz del Centro de Sistemas Bélicos Espaciales y Navales en el Pacífico Central, quien realiza un trabajo distinto en San Diego. Uno de los desafíos consiste en encontrar fuentes de energía que permitan a estas embarcaciones no tripuladas desplazarse durante mucho tiempo para recabar información, agregó.
Entre los usos posibles de esta tecnología figura el espionaje, el trazo de mapas, así como la detección y remoción de minas.
La Armada no es la única agencia que financia investigaciones similares. En 2007, la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación para la Defensa ofreció fondos a empresas pequeñas para crear un robot subacuático que pudiera navegar por ríos, estuarios, puertos y aguas costeras, en busca de verificar el tráfico naval, detectar obstáculos en la superficie y debajo de ésta, así como encontrar «embarcaciones específicas» que interesen a las fuerzas estadounidenses.
Los estudios de la Oficina son más básicos. Los fondos no tienen tanto la intención de crear embarcaciones no tripuladas, sino de entender cómo se mueven las cosas en el agua, dijo Brizzolara.
La Armada usa robots con forma de torpedo, y vehículos lastrados para detectar minas y trazar mapas del fondo oceánico. Pero los propulsores convencionales y a chorro podrían ser rastreados fácilmente por radares y sonares. Los robots inspirados por criaturas marinas serían más eficientes y difíciles de detectar, y podrían avanzar por aguas peligrosas sin poner en riesgo a la gente, dijeron los investigadores.