El actual gobierno si en algo se lleva las palmas es en el arte de montar shows. A la Plaza Central prácticamente la han cambiado, pintado, remozado, adornado y emperifollado todos los días desde el 14 de enero de 2004. Se llena con motocicletas donadas por Taiwán, aunque en menos de seis meses se transformen en chatarra; se atiborra con las nuevas unidades Toyota de la PNC, aunque después se utilicen; no para patrullar nuestras tenebrosas calles en manos de la delincuencia, sino en apoyo a una campaña benéfica de recolección de fondos; es el sitio para que desfilen nuestros soldaditos de plomo, como por donde sobrevuelan rasantes las naves aéreas prestadas a El Salvador, porque nuestra flamante FAG no cuenta con ninguna que pueda despegar del suelo patrio.
¿Vaya contransentido, verdad? Igual resultan los mentados «operativos» policiales. La prensa o las relaciones públicas gubernamentales se prestan para destacar cuanto operativo se prepare convenientemente para destacar cuanta unidad móvil esté disponible, policía militar, civil, ambulancias, picops, microbuses, grúas y hasta helicópteros sobrevolando el área. Igual que en las películas de la tele. Luego, fotos a granel. Muchos «reciclados capturados», cuatro pistolas, tres celulares, una granada y veintidós bolsitas de hierba seca puestas estratégicamente, ¡Ah! Y me faltaban los relucientes rifles jalil en manos de la gente que, para lo único que sirven, es para decir terminantemente -¡vos no podés pasar aquí, son órdenes de mi jefo!.
Mientras tanto, más de cuarenta niñas y niños que son llevados al Museo de Miraflores, para ilustrarlos mejor sobre nuestros antepasados, son asaltados dentro del autobús escolar, a plena luz del día, sin que las autoridades del MP, de la PNC o de cualquier otra inicial que se inventen, haya sido capaz de combatir el robo de celulares, puesto que salvo dos estudiantes, todos llevaban el propio, adquiridos por papás a costa de sacrificios para que puedan enviar cualquier petición de socorro ante la situación cada vez más dramática que hayamos podido vivir.
Este asalto fue perpetrado una vez más en la zona 11, calificada como una de las más peligrosas por los continuos asaltos, robos de vehículos, crímenes y demás retahíla de delitos que se aglutinan en nuestras calles, salvo, cuando el operativo «chespirito» se monta previamente montado para salir diciendo a tambor batiente ¡miren cómo trabajamos y nos preocupamos por la seguridad ciudadana!. ¡Pamplinas! Seguimos todos con el pelo parado, con la angustia que hoy salimos, pero no sabemos su regresamos y cuando el Procurador de los Derechos Humanos pega de gritos pidiendo clemencia, no tarda el Presi o el Vice salir diciendo ¡puras campañas negras, usté!.