El desatinado comportamiento gubernamental observado durante los dos primeros años del actual mandato, sin planes ni políticas públicas claramente definidas, así como decir hoy una cosa y al día siguiente contradecirse, no se puede calificar de otra manera que la de seguir montando distractores para que los gobernados no nos percatemos de su incapacidad e ineficiencia para llevar a cabo sus planes o promesas electorales. Porque ni hubo mano dura, ni transparencia, mucho menos resultados positivos cuantificables, salvo aquellos que sí beneficiaron a quienes transgredieron leyes o para quienes siguen haciendo lo que les pega la gana.
Ejemplos abundan para demostrar lo antes dicho pero por razones de espacio solo cito algunos destacados, como salir de un día para otro, sin ninguna política claramente definida con el deseo de despenalizar el narcotráfico, luego con producir mariguana, para terminar de no capturar a quienes siembren amapola; la sensación de inseguridad que priva en la población ante el incontenible actuar de la delincuencia; propiciar que el magisterio hiciera bloqueos al tránsito de vehículos perjudicando a las mayorías, con tal de obtener un incremento presupuestario; intentar crear un impuesto para la economía informal so pretexto de ampliar la base tributaria; sorpresivamente imponer otra tasa impositiva para salir o entrar al país; hacer tremenda alharaca para retomar el control en las aduanas, para finalmente obtener paupérrimos resultados, mientras el contrabando sigue viento en popa.
No me cansaré de repetir que para que una política pública sea exitosa no es cuestión que nazca una idea y lanzarla al aire sin mayor sustentación, sino que previamente hay que analizarla a fondo con expertos conocedores de la materia de que se trate, con el fin de trazar con absoluta claridad sus fines o propósitos, como su actitud y perspectiva, para luego añadirle las actividades y elementos técnicos para que pueda implementarse tomando en consideración lo que piensa la ciudadanía y la forma de cómo actúa, así como sus necesidades, sus deseos y sobre todo las motivaciones que tenga. Sin lo anterior, sin estos análisis e investigaciones, cualquier programa gubernamental no tiene punto de partida.
¿Cuál es el afán del actual gobierno de crearse más problemas de los que ya tiene cuando a simple vista y sin necesidad de hacer encuestas de opinión que a la postre nadie cree, la población no está satisfecha con su gestión? Christopher Hood, un célebre tratadista de las políticas públicas cita en uno de sus libros que si un gobierno pretende que sus deseos se conviertan en realidad en cualquier campo, defensa, educación, salud, etc. Debe encontrar y emplear instrumentos que de verdad produzcan tales efectos, pues de otro modo sus propósitos no serían más que fantasías. Y para finalizar, como de costumbre agrego esta pregunta: ¿para qué perder tiempo tan valioso en estar creando distractores cuando lo que el país necesita es que se pongan a trabajar?